Foro fugaz

24 Horas de Shakespeare en Angers 

Un reto monumental, inverosímil, audaz: en la apacible ciudad de Angers, en la rivera del río Maine, el centro teatral Le-Quai propone una integral de la pieza histórica Enrique VI de Shakespeare, seguida de Ricardo III, el todo en el mismo espacio, con una continuidad absoluta, desde el inicio de la empresa a las 12 horas de un sábado, para terminar a la misma hora de la mañana del domingo.

Se trata de un genial despropósito ideado por el director y actor Thomas Jolly; presentar la integralidad de Enrique VI, que en realidad son tres obras completas, a la que se suma Ricardo III que es la continuación histórica. El proyecto implica un gran esfuerzo de la compañía de actores para mantenerse activos, con la energía necesaria durante el transcurso de la obra, sin perder concentración, lucidez y energía. Además hay que tomar en cuenta lo técnico, que incluye escenografías, vestuarios, sonido, luces, y el etcétera que ustedes pueden imaginar. Para concluir con la logística para recibir a 900 personas, proponer alimentación y bebidas, espacios de reposo y limpieza… El todo como un esfuerzo memorable que culmina con la llegada de un público audaz dispuesto a compartir la aventura, en la que no está mal visto que la gente se duerma, aunque el reto para la compañía es mantenerlo despierto. 

La duración excesiva de un espectáculo está en las raíces mismas de la invención teatral. Desde los griegos las obras no se representaban aisladas y pertenecían a trilogías, de las que tenemos como único ejemplo a La Orestiada de Esquilo, y las festividades dionisiacas que eran verdaderos maratones teatrales. 

El hecho de que Shakespeare escribiera largas obras históricas, como Enrique VI, nos indica que el público estaba dispuesto a pasar horas en un teatro viendo estos dramas. Un día de teatro era una experiencia vital y artística. 

Asistir al teatro japonés hasta nuestros días implica dedicarle una jornada completa. El Noh, el Bunraku (de marionetas) y especialmente el Kabuki presentan espectáculos de larga duración. Las salas japonesas de Kabuki están adaptadas para pasar un día en el teatro. 

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Un momento de la representación

En Francia la experiencia más notable que yo recuerde fue la del Mahabarata dirigida por Peter Brook con la adaptación de Jean-Claude Carrière estrenada en el Festival de Aviñón en 1985. ¡Noche inolvidable! la que ofrecían los actores en un escenario al aire libre, una cantera en las cercanías de la ciudad. El todo comenzaba al anochecer, para terminar con la llegada de la aurora, como una invitada al nuevo orden relatado en la obra, después de la guerra total. 

Siguió La Zapatilla de Satín de Paul Claudel, dirigida por Antoine Vitez presentada en 1987 en el Patio de Honor del Palacio Papal de Aviñón obra que también ocupaba toda la noche. En 2008 el director Ivo van Hove presentó ahí, en otro espacio de Aviñón, en una jornada, las obras romanas de Shakespeare: Coriolano, Julio César y Antonio y Cleopatra, en una versión memorable por varias razones, entre otras la relación entre público y actores en un plató de televisión. 

La tendencia a presentar obras de larga duración ha seguido en Francia hasta esta inaudita aventura en Angers de Enrique VI + Ricardo III  dirigida y actuada por Thomas Jolly, director del Centro Dramático Nacional de Angers. Una experiencia de esta naturaleza no surge de un capricho temporal. La elaboración de Enrique VI  se inició en 2009 y culminó con su presentación en Aviñón en 2014  en donde la presentó en 18 horas. Fue un éxito. Pero ahora da un paso más al añadir la terrible historia de Ricardo III en donde asume el papel principal, para cerrar el ciclo. 

Esta experiencia extrema para público y equipo de producción fue única, el 5 y 6 de Junio. La compañía del teatro Le-Quai va a presentarlo los siguientes fines de semana de junio, pero más razonablemente, en dos sesiones, sábado y domingo. Pero ¡qué locura! ¡qué despropósito escénico! ¡qué riesgoso desafío!

Y nos preguntamos la razón para lanzar este proyecto, más allá del esfuerzo que implica. La primera idea que surge es comprobar la intensa relación que hay entre público y espectáculo, delirio profundamente humano pues las crónicas cuentan como al final de esa travesía teatral (porque de eso se trata), el público participaba en la escena y en donde todos ya en son cómplices y testigos de lo que acaba de ocurrir: los vecinos de la sala se conocen y se saludan, el ágape ha sido conjunto y desmesurado, el tiempo ha dejado de existir y aparece la raíz de la creación en ese espacio sacralizado. 

El tú a tú reaparece en este ritual social iniciado en las dionisiacas griegas, seguida en las escenas del Renacimiento, con presencia en Japón y continuada en Francia en estos insólitos ejercicios extremos de teatro. Un intenso presente, la escena, suspensión del tiempo, un abismal aquí y ahora como el buen teatro. 

Junio de 2022    


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