40 MIT Ribadavia y Roberto Pascual
Escribo esto aún con la resaca emocional de los días y noches que acabo de pasar en la 40ª edición de la Mostra Internacional de Teatro (MIT) de Ribadavia 2024 (Ourense). Cada noche, en el Auditorio Rubén García do Castelo, antes de cada función, escuchábamos un breve mensaje de bienvenida y anuncio del inicio del espectáculo. Lo realizaron diferentes personas vinculadas al festival, desde una representante del equipo de voluntarios hasta el responsable de producción y gestión. Se presentaban y luego nos invitaban a apagar nuestros teléfonos y disfrutar de las artes vivas, enfocándonos en su magia, brindándonos el lujo de una desconexión digital. El sábado 27 de julio, justo antes de la última función teatral de este año, la de ‘Iribarne’ de ButacaZero en coproducción con el CDN, me sorprendió escuchar la voz de Roberto Pascual anunciando que dejaba la dirección artística de la MIT, después de 15 años y 16 festivales bajo su responsabilidad. Yo estaba en el centro de la fila cero, al lado de Rosinha do Roxo, que toma esas fotos donde parece que la magia de la MIT queda atrapada para la posteridad. Ambos nos emocionamos. Cuando Roberto terminó su brevísimo mensaje, la mayoría del público que abarrotaba el Auditorio do Castelo se puso de pie y aplaudió en un gesto inequívoco de agradecimiento.
En estos 15 años bajo la dirección artística de Pascual han pasado por la MIT grandes nombres del panorama internacional, en algunos casos con montajes complejos a nivel de producción y con toda la dificultad que ello supone para un festival que se hace en un pueblo pequeño. Pienso en Pippo Delbono, en Oskaras Korsunovas, en Declan Donnellan o en Emma Dante, por nombrar sólo algunos. Hubo espacio para compañías y artistas emergentes de Galicia y del resto del mundo, asumiendo el riesgo que ello supone, pero dando la oportunidad, abriendo puertas. En esta edición, por ejemplo, Manekineko, de Ernesto Is y Nerea Brey, con su pieza debut: ‘Cancións amarelass, flores tristes’. A lo largo de estos 15 años también estuvieron compañías que ya son históricas y referentes de nuestra escena, dentro y fuera, como Matarile, Chévere, Sarabela, Voadora, solo por nombrar algunas. Impulsó el Premio Abrente de Textos Teatrales, que durante este tiempo se ha ganado la fama de ser el más arriesgado e innovador.
En mi caso, además de asistir cada año al festival para escribir y analizar espectáculos, también guardo el recuerdo de la primera coproducción que hizo la MIT en 2010, cuando, si no me equivoco, no se estilaba que los festivales en Galicia hiciesen coproducciones. Fue con Ónfalo, la compañía que, por aquel entonces, tenía junto a Ana Contreras, para estrenar a Thomas Bernhard en gallego. La pieza que elegimos fue ‘Na meta. Sálvese quen poida’, interpretada por Luísa Merelas, la bailarina y coreógrafa Rut Balbís, que actuaba por primera vez en una obra de teatro, y el actor Toni Salgado.
Pascual hizo de la MIT una escuela de teatro y de vida, porque ambas cosas van de la mano. Y cuando digo teatro también me refiero a danza, circo, performance, cursos, talleres, encuentros, foros, debates… De hecho, esta 40ª edición se abrió con dos grandes espectáculos de danza: ‘Dique’, la última producción de Nova Galega de Danza (NGD) en coproducción con el Centro Coreográfico Gallego de la Xunta, y ‘Zona Franca’ de los brasileños Alice Ripoll y la Cía. Suave.
Enumerar todo el trabajo realizado a muchos niveles y en diferentes flancos excede mis posibilidades en este breve artículo. Sin embargo, si hay algo que atraviesa el trabajo de Roberto Pascual en la MIT durante esta década y media es el compromiso. Con el diseño de la programación, cada uno de estos años, ha ido construyendo un relato abierto y poliédrico sobre los temas y problemáticas más relevantes de la actualidad, del mundo y de nuestro entorno. Por ejemplo, en esta 40 edición, la familia y el mundo, o la manera que tenemos de crear el mundo (‘Eclipse total’ de Pont Flotant. Valencia), la memoria de la barbarie (‘Villa’ de Guillermo Calderón. Chile), el repaso a la historia que nos trajo aquí (‘Iribarne’ de ButacaZero y CDN. Galicia), guerras (‘En mitad de tanto fuego’ de Alberto Conejero, dirección Xavier Albertí. Cataluña/Madrid), crisis migratorias (‘Cigani’ de Antón Coucheiro. Galicia), tradición y folklore reapropiados por la diferencia queer (‘Mover montañas’ de Alberto Velasco. Madrid/Castilla y León), diversidad en el centro y no en los márgenes (‘Nada se sabe’ del Centro Dramático Galego y Culturactiva. Dirección de Ignacio García y Fran Rei. Galicia), la fuerza de la mujer (‘Dique’ de NGD. Dirigido por Marta Pazos, con coreografía de Belén Martí Lluch. Galicia), el mestizaje y la alegría como celebración de la vida (‘Zona franca’ de Alice Ripoll y Cía. Suave)… también cuestiones transversales que son revisitadas, como las emociones, el amor, la diversión (‘Deadpan Karaoke’ de Ibuprofeno. Galicia), o las frustraciones y la necesidad de compartirlas para ver, tal vez, si se desvanecen (el decadente karaoke de ‘Cancións amarelas, flores tristes’, de Manekineko. Galicia), los miedos (‘Paüra’ de la Cía. Lucas Escobedo. Valencia), racismo y celos, desde la comedia (‘Othello (termina mal)’ de Buendía Teatro. Argentina), los cuidados y las relaciones humanas (‘Vestirme de ti’ de Nuria Sotelo y Clara Ferrao. Galicia) …
Propuestas escénicas con planteamientos muy contemporáneos en cuanto a estética y lenguaje, que ofrecen nuevas perspectivas y que, por tanto, casi siempre nos sorprenden y nos mueven la conciencia.
No es fácil crear un relato polimorfo y poliédrico sobre la realidad, combinando poéticas muy diversas de aquí y de allá. Un relato que nos interpele y que, al mismo tiempo, pueda gustarnos y hacernos disfrutar. Pascual lo ha conseguido y se marcha cuando el festival está en su mayor esplendor. Ha terminado una 40ª MIT con récord de asistencia de todos los tiempos y un nivel artístico de gran calidad. ¡Gracias Roberto!