Críticas de espectáculos

4.48 Psychosis/Srah Kane/Royal Court Theatre

Asepsia clínica
33 Sitges Teatre Internacional
Obra: 4.48 Psychosis
Autora: Sarah Kane
Intérpretes: Daniel Evans, Jo MacInnes, Madeleine Potter Escenografía: Jeremy Herbert
Iluminación: Nigel J. Edwars
Dirección: James Macdonald
Producción: English Stage Company Royal Court Theatre Mercat –Sitges – 08-06-02
Lástima de traducción simultánea al catalán que nos provocaba un distanciamiento añadido a la propuesta de este trabajo que parte de un respeto reverencial a la autora, es decir, a una autora que se suicidó con veintiocho años y que esta es su obra póstuma, una obra, precisamente en donde se habla de la depresión, del camino de la autodestrucción, de la lucha entre las fuerzas desgastadas dentro de un cerebro lúcido de una mujer artista, autora dramática, que dejó este legado que se nos ofrece con respetuosa asepsia clínica. Es más, se podría decir que se busca un enfriamiento total, llegando a lo que podríamos definir como infra-actuación, para que el texto fluya de la manera menos contaminada posible, casi como una sicofonía coral, despoblando la voz del dolor en tres entes que completan esas voces, esas psicosis, esas puñaladas en el alma que no encuentran árnica, ni solución en este tiempo y lugar y pretenden encontrarla en un más allá, que aquí es cuando pide que se abran las cortinas, es decir el teatro de la otra existencia, el mutis teatral definitivo.
Decimos lo de la interpretación al catalán porque incidió en nuestro ánimo, nos descolocó, nos enredó, enmarañó y nos privo de toda la poética de este montaje. Asepsia absoluta en el espacio, en el mobiliario en blanco con vestuario no estridente más una iluminación realmente incisiva, casi como si nos fuera transmitiendo los resultados de un análisis clínico previo, creando estados de ánimos. Los tres actores parecen entes, duplicaciones del alma en pena, de la voz que nos acerca al abismo. Y su acción se ve duplicada en un espejo que pende sobre sus cabezas logrando otra dimensión visual para el espectador.
Trabajo pulcro, honesto, limpio, sin ningún atisbo de morbosidad, simplemente guiando un recorrido por el infierno particular de una mujer que nos llega cargado de ayuda a la reflexión porque existe además, un aire irónico, como una especie de mueca ante el destino.
Nos ha servido esta obra para recordar que el teatro inglés no es solamente tradición. De ella parte para crear estas obras tan contemporáneas en su forma y su fondo. Unas dramaturgias compactas, sólidas, precisamente en sus riesgos, aventuras y búsquedas que van encontrando claves para el futuro.
Carlos GIL


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