59 Festival de Teatro Clásico de Mérida/Premios Ceres
Despilfarro y mediocridad
José Manuel Villafaina
Hay que reconocer que el Festival ha mejorado este año cualitativamente y cuantitativamente. Tal vez las duras críticas recibidas el año pasado por las novatadas de algunas propuestas artísticas faltas de orientación, objetivos y fundamentos que valoren el hecho dramático grecolatino (donde el espectáculo extremeño de «Ayax» dio claramente un ejemplo de calidad y coherencia) y el mayor despropósito fue el invento de la gala de los Premios Ceres como «colofón», hicieran reflexionar al Patronato y a la dirección del evento para intentar optimar la calidad de las producciones y su organización. Que casi han conseguido en la programación del Festival pero no en los polémicos premios. Si bien, lo que ha vuelto a sorprender y destacar han sido los montajes extremeños que, nuevamente con menor presupuesto, han superado a otros foráneos, demostrando que conocen muy bien las posibilidades artísticas del espacio romano.
La ceremonia de los Ceres de este año, presuntuosa de pompa y glamour a la americana, con alfombra naranja para la entrada al teatro de autoridades y artistas, ha sido -como el año pasado- una necedad revivida de escaparatismo que no se sostiene como algo lógico de unos premios intrusos ni como política cultural de nuevos gobernantes con un funcionamiento «generosísimo», que sonroja a golpe de chequera en tiempo de crisis.
Y porque en el apartado de los premiados continúe el tongazo reburujado por el director, que ha tramado unas distinciones comparables a los conocidos Premios MAX, pero colando descaradamente casi la totalidad de artistas que están en la nómina de sus producciones Pentación-Focus. Unos premios que marginan las producciones del Festival y por esta arbitrariedad no se digieren ejemplos tan paradójicos como la concesión del premio a una escenografía ajena de Paco Azorín –cuyo trabajo en el teatro romano pensado para plazas porticadas resultó un bodrio-, ignorando la excelsa del extremeño Damián Galán ajustada perfectamente al marco incomparable, porque el jurado compuesto por críticos de medios de Madrid y Barcelona no ha asistido a las representaciones del Festival, a pesar de estar también en su nómina (el pasado año costó 35.000 euros).
Ante tanto disparate, el acto ha tenido ecos de protesta tanto de artistas como de público. Entre los primeros, parte del elenco de «Los Gemelos», premio del público, que han querido ser coherentes con la denuncia hecha por un centenar de profesionales extremeños en la Comisión de Cultura de la Asamblea, evidenciando que en los premios Ceres se consumen, sólo en dos horas, el equivalente al triple del presupuesto asignado a las ayudas a la producción y distribución teatral de toda la Comunidad. Entre los segundos, lo hizo un considerable número de gente en la puerta del teatro (algunos también en la función) con voces como «Es un robo, no es cultura».
El espectáculo en su puesta en escena, por Manuel Palacios, ha vuelto a ser poco cultural y mediocre para lo que ha costado (a pesar de que este año el presupuesto se redujo de casi un millón de euros a 625.000). Ha consistido en una esbozada narración sobre las mujeres de Cesar, con las mismas señas artísticas -e igualmente de simplón- que el pasado año, protagonizado por Carlos Sobera (como sugerido Cesar y sobón presentador) y algunas conocidas actrices, (sus mujeres, que también se encargaron insulsamente de entregar los galardones), a las que se les notaba falta de ensayos por su poco juego escénico. Todo mezclado con atractivas proyecciones sobre la fachada del teatro (con bellas imágenes de jardines clásicos) y la actuación de las cantantes Estrella Morente y Dulce Pontes, lejos de esa coherencia de ideas y contenidos grecolatinos. Y con un cierto aburrimiento por parte de los premiados, con sus dedicaciones y reivindicaciones (donde el más creativo fue Sergio P. Mencheta, criticando al Ministro de Cultura en una conversación telefónica imaginada, y el más pesado Juan Echanove, leyendo un reiterado documento alusivo al IVA cultural).
En fin, otro año más de derroche donde seguimos dando palos de ciego con estos nuevos responsables culturales incapaces de imaginar, diseñar y construir una gala de inauguración y de clausura –con menos presupuesto- que nos lleve a la gran fiesta de la grecolatinidad.
El crítico de este medio, único que ha asistido a todas las obras, valorando los mejores trabajos artísticos de esta 59 edición del Festival, cree que merecen una corona de hiedra y placa de bronce (sencillo reconocimiento que se otorgaba en los certámenes teatrales de las Grandes Dionisias griegas) los siguientes:
Mejor tragedia: «HÉCUBA»
Mejor comedia: «LOS GEMELOS»
Mejor Versión: JUAN MAYORGA (por «Hécuba»)
Mejor dirección: JOSE CARLOS PLAZA (por «Hécuba»)
Mejor actor: ESTEBAN G. BALLESTEROS (por «Los Gemelos»)
Mejor actriz: ANA GARCIA (por «Los Gemelos»)
Mejor actor de reparto: JESÚS MARTÍN (por «Las Tesmoforias»)
Mejor actriz de reparto: LUISA HURTADO (por «Los Gemelos»)
Mejor escenografía: DAMIAN GALÁN (por «Los Gemelos»)
Mejor vestuario: MAITE ÁLVAREZ (por «Los Gemelos»)
Mejor iluminación: TOÑO CAMACHO (por «Hécuba»)
Mejor música: LA BANDA DE PLAUTO (por «Los Gemelos»)