El sentimiento de culpa femenino, eje de la obra ‘Las culpables’ de Federica Colucci
Dirigida por Carlos Be, se estrena en la Sala Mirador de Madrid
Open Theatre presenta el estreno absoluto de ‘Las culpables‘ de Federica Colucci, con dirección de Carlos Be, e interpretación de la propia Colucci, Helena Lanza, Laura Barceló, Laura Montesinos y Alexandra Prokhorova. La obra estará en la Sala Mirador de Madrid del 2 al 11 de diciembre.
Cinco jóvenes son las protagonistas de una pesadilla que tiene lugar hoy en una celda de la prisión de mujeres de Londres. Con un carácter fuerte y mente distorsionada, se les acusa de ser la causa de innumerables asesinatos, pero ninguna confiesa. Agotadas por la dureza de la prisión y por las brutales relaciones entre ellas, acompañadas por una vieja radio, todas las detenidas emitirán declaraciones definitivas sobre los hechos que les conciernen, guiando al espectador a través de su mente «enferma».
El público las seguirá en su viaje interior, caracterizado por un lenguaje fuerte y atmósferas hirvientes, ayudando en su vulnerabilidad generada por problemas sexuales, de drogas, familiares y mucho más. Sus nombres son Giulietta, Ofelia, Cordelia, Desdémona y Lady Macbeth.
«De Shakespeare recogemos la esencia de las mujeres enfrentadas a sus némesis respectivas. De Colucci, sus cantos del cisne a volumen máximo, sus cantos del cisne antes de pagar por sus crímenes. ¿Y cuáles son los crímenes de los que se les acusa? En la puesta en escena quedan manifiestos, y ahí sigue sobrevolando la pregunta que me surgió tras las primeras lecturas: si fueran hombres, ¿les habrían encarcelado… o les habrían proclamado héroes?», indica Carlos Be.
La autora señala que la obra nace de dos necesidades. «La primera es la universalidad. Hablar de un tema como el frecuente pero estereotipado sentimiento de culpa, complejo pero demasiado simplificado, femenino pero juzgado por hombres; en definitiva, algo conocido a nivel general pero desconocido en el detalle, en la forma de presentarse, en los efectos, en la duración y sobre todo en las causas. La segunda es exactamente la opuesta a la primera: la intimidad. Si mi vida fuera un guion y tuviera que exponer el tema, este sería la culpa. Cuando era pequeña no lo identificaba, pensaba en el remordimiento derivado del error, expectativas incumplidas, tormento etc. Luego aprendí a reconocerlo, odiarlo y finalmente aceptarlo».