Entre dos puntos de fuga
Escribo esta homilía un lunes navideño con la confección de la revista ARTEZ número 249 correspondiente a enero/febrero de 2023 en su momento crucial y la de un Suplemento para FETEN, que empezamos su elaboración mientras debemos a final de año entregar las llaves del local donde ha sido nuestra sede en Bilbao las últimas décadas, acabar de desmantelarlo y de ubicar todavía unas cuantas decenas de cajas con libros y otras documentaciones. No hay respiro. Pero dentro de esta vorágine, existen muchas ganas de empezar una nueva etapa. Veremos si todo lo que estamos pensando lo podemos poner en marcha. Aunque parezca una paradoja cuesta bastante más acabar con algo que ha funcionado durante muchos años y que ahora flaquea que empezar algo novedoso que no sabemos si funcionará. Resumiendo: estamos a tope para darle un nuevo impulso a todo este mundo alrededor de la Zapatilla de ARTEZ, para ver si puede seguir unos años más cumpliendo su misión básica que es acompañar a las Artes Escénicas de Iberoamérica, y desde este medio digital, intentar ser más eficaces y proporcionar materiales mucho más elaborados.
Supongo que ya les habrán aburrido con todas las listas de las diez, las cinco o las quinces mejores obras, espontáneas, corporativas, elaboradas con buenas intenciones o con ganas de hacerse notar. Saben mi actitud ante ello. Este año a un viejo amigo que retomaba su lista, le he mandado unas obras para ver si sumamos algo fuera de lo oficialista que, en Madrid, es lo que manda. Procuro ir a las salas alternativas, independientes o como se llamen y cada vez me ruboriza más la sensación que me provoca el recibimiento dispensado por sus responsables ya que no son visitadas habitualmente por otros miembros de la comunidad informativa o crítica o de investigación, ni por directores y directoras, ni por casi nadie de lo que se considera la profesión. Esa misma profesión que se da codazos por acudir a un estreno, para estar en eso que llamamos “el corte” (invitados), que es la nueva corte de pleitesías para los regentes de los teatros públicos. Dejo constancia en las redes mis impresiones, y debo avisar a los presentes que es en esas salas donde puedo ver algo diferente, fuera de esta retro vanguardia imperante, con modas y estilos concomitantes que parecen todos plagios de sí mismos, aunque en algunos casos se pueden seguir las huellas del original.
Estaba repasando de memoria, sin datos este año que acaba en lo personal y recuerdo que lo empecé en Córdoba (Argentina) dirigiendo un espectáculos que parece que el año que entra va a poder viajar por España y Portugal, cosa que me alegra, ya que la situación económica en Argentina se ha deteriorado tanto que debía haber tenido que venir durante este otoño, pero se hizo imposible. De mis otros viajes al extranjero a diversos festivales, recuerdo por su intensidad, singularidad y ejemplaridad como producción de un Teatro Nacional el que se celebra en Cluj donde vi una decena de obras de producción propia a cargo de la compañía titular. Como siempre una forma de entender otras maneras de producción.
En este festival al que acudo en las últimas ocasiones con José Gabriel Antuñano, lo que es siempre una alegría debido a que tenemos tiempo para debatir sobre las obras, charlar sobre muchos asuntos de suma importancia, coincidimos este año con el director de Almada y con Nacho García, el entonces director del Festival de Almagro, con el que charlamos de asuntos generales y nos dejó caer que se debían ajustar ciertas circunstancias entre el festival y la Compañía Nacional de Teatro Clásico, que a él le quedaba un año de contrato y que no creía que le apeteciera continuar si no se arreglaban ciertas situaciones. La sorpresa fue que a las pocas semanas presentó su dimisión que se cumple en esta semana.
Y de repente ese INAEM que cada vez se parece a un remedo de unas institución por la que deberían pasar las mejores iniciativas, hace un nombramiento muy inteligente, muy apropiado, ya que la elegida es Irene Pardo, que formó parte desde muy joven del equipo de Las Jornadas de Teatro Clásico de Almería, que lleva dos décadas en al gestión de la Red de Teatros Públicos, lo que nos sitúa ante una posibilidad de ver las consecuencias de poner al frente de un Festival a una Gestora, no a una directora, ni actriz, ni siquiera a una productora, sino a alguien que podrá influir en el contenido artístico sin tener la tentación de dejar creaciones personales directas, que podrá gestionar el presupuesto, producir, coproducir, contratar desde una mirada cargada de sensibilidad, gusto y de acuerdo a los objetivos fundacionales del propio festival. Se me nota, ¿verdad? Me parece un nombramiento excelente. Por su capacidad, ya demostrada en la gestión, y por lo que puede aportar desde ese lugar para realizar un Festival que es muy importante para una parte de la profesión y un escaparate internacional.
Es decir ,que la próxima vez que nos leamos pro aquí será 2023. La situación política global no parece esclarecerse. La Cultura y las Artes Escénicas va a trompicones, con momentos de lucidez y otros de desencanto, parece ya claro que la dependencia de todo el sistema productivo de los gobiernos es manifiesta y propicia intervenciones que coarten la libertad de expresión. No es de ahora, es de siempre. La censura que se ejerce de la manera más impune es la económica. Y esa se hace desde un centro cívico a unos grandes teatros. Aquí y Allí.
Por si no quedaba claro, sin medias palabras, sin actitud meliflua ni postureo yo grito: ¡¡¡¡NO A LA CENSURA!!!!