‘Sovrimpressioni’, un espectáculo inspirado libremente en la película de Fellini ‘Ginger y Fred’
Esta producción italiana, para un número limitado de espectadores, se muestra en el CDN del 11 al 22 de enero
El Centro Dramático Nacional presenta ‘Sovrimpressioni‘, un espectáculo para un número limitado de espectadores vinculado al proyecto inspirado libremente en la película de 1986 de Federico Fellini, ‘Ginger y Fred’. Escrita y dirigida por Daria Deflorian y Antonio Tagliarini, es una producción de A.D. y Santarcangelo Festival con el apoyo de Carrozzerie y n.o.t Roma y de Ostudio Roma y se representará del 11 al 22 de enero en el Teatro Valle Inclán de Madrid.
Deflorian y Tagliarini llevan un tiempo preparando más de una obra en torno a un mismo objeto de estudio, en este caso tres: además de’ Sovrimpressioni‘, en otoño del 2021 se estrenó el espectáculo ‘Avremo ancora l’occasione di ballare insieme’ (Todavía tendremos la oportunidad de bailar juntos), y a principios de 2022 se estrenó la película documental sobre el trabajo que realizaron con Jacopo Quadri (con fotografía de Greta De Lazzaris), ‘Siamo qui per provare’ (Estamos aquí para probar). En septiembre de 2022 este documental fue presentado en la Biennale cinema di Venezia.
El título de ‘Sovrimpressioni’ se ha tomado del poemario de Andrea Zanzotto y su necesidad de superponer artificio y naturaleza, lengua materna y neologismos, relación con las cosas y destellos de pensamiento. «Todo esto nos concierne en la relación que desde hace tiempo tejemos entre la biografía y la ficción, entre las figuras que perseguimos para conocernos mejor y el presente, el fondo histórico que presiona nuestras elecciones, las confunde, las desmiente o las confirma», señalan los autores.
En la película de Fellini, dos artistas que nunca han estado cerca del éxito, Pippo y Amelia, conocidos por su imitación de la famosa pareja Ginger Rogers y Fred Astaire, vuelven después de muchos años a actuar en público en un programa de televisión repleto de banalidad y vulgaridad.
Daria y Antonio, después de años de trabajar juntos con otros, vuelven a los escenarios como la pareja que les hizo famosos. Han tenido éxito a su manera, la prolongada cercanía ha difuminado algunos de los límites entre ambos y al mismo tiempo la larga convivencia en el escenario les ha hecho menos amigos, más punteros en su necesidad de destacar.
Daria no siente mucha simpatía por Giulietta Masina, el traje que le ponen en la película le parece desfasado, pero esta palabra que creía negativa se convierte en una oportunidad, en un logro. Descubre que detrás de la irritación que siente por una figura femenina tan aparentemente dócil hay puntos comunes inicialmente inesperados.
Antonio tiene miedo a envejecer, pensaba -como Fellini- que sólo les ocurriría a los demás. Le parece valiente que a Marcello Mastroianni su maquillador le ha raleado el pelo, arrancándolo uno a uno con pinzas, de modo que incluso en la apariencia de su calva se parece al director como una gota de agua.
Lo que ocurre en el escenario transcurre entre el momento en que los dos entran en el espacio desde fuera, desde su presente, y el momento en que, al cabo de una hora, se encuentran envejecidos, no para parecerse a los dos actores o a los dos personajes, sino para parecerse a la edad que tienen y que aún no pueden ver desde fuera.