La vida, la edad y la danza, con Provisional y Nómada
Pepe, ¿cómo puedo hacer para que los bancos no me roben?, le pregunta, impávida, Carmen Werner a una calavera, en medio de la danza de un cuarteto de presencias maduras, que parecen buscar la mejor (com)posición en el escenario. Esa metáfora del mundo, el escenario, que aquí no es mímesis ni reflejo, sino creación y poema que trasciende lo tridimensional. Preguntas aparentemente prosaicas sobre esos detalles que nos hipotecan el día a día, se cuelan entre el misterio estético de la danza, como si ella fuese la vida (re)creada en poema visual dinámico y ellas, las preguntas a la calavera, esa prosa humorística que introduce el contraste, la oposición, una tensión.
Las presencias maduras son las del cuarteto formado por Carmen, Alejandro Morata, Leyson Ponce y Roberto Torres en ‘Instrucciones para mejorar la vida’.
Teatro Ensalle de Vigo abre el 2023 con un título y con unas compañías que se podrían tomar, casi, como una declaración de principios. Abre el 23 con danza y con una de las figuras más veteranas y, a la vez, “alternativas” del panorama dancístico estatal: Carmen Werner. Viene acompañada de tres bailarines y coreógrafos que, como ella, traen en sus cuerpos no solo la cultura de la danza, sino también el archivo vibrante de la vida.
Está el trazo limpio, la concisión, la belleza plástica, la musicalidad del movimiento, pero también el misterio elocuente de las presencias individuales, cargado por la experiencia, por los años de vida en ese caminar hacia algo que denominamos tercera edad. La tercera edad que nadie quiere, porque parece, o es, la antesala de la muerte, donde se sitúa la calavera de Pepe, ese amigo del grupo, tan presente como callado.
Vivimos en una sociedad edadofóbica que, cuanto más mayor es, más se niega a envejecer. El culto a la juventud y a los cuerpos tersos es, sin duda, un gran negocio, pero, quizás una condena en vida. Tendremos que leer ‘La edad bajo sospecha. Una crítica al edadismo y a las edadofobias’ (Catarata, 2023) de Teresa Moure.
Ni siquiera Pepe, cuya calavera pasa de mano en mano, en ‘Instrucciones para mejorar la vida’ de Cía. Nómada & Provisional Danza, puede resolvernos la cuestión. Aunque el humor que propicia, en manos, de Carmen Werner, Alejandro Morata, Leyson Ponce y Roberto Torres, nos da algunas claves. Contra el edadismo, esa especie de dictadura según la cual a cada edad corresponden unos comportamientos y composturas, igual que suele acontecer con las directrices de identidad de género o etnia, la danza contemporánea y otras dramaturgias posdramáticas. En manos de artistas como estos no se borra la edad, pero si los encasillamientos a ella asociados, igual que se diluyen y se contestan otros constructos como los de género y nacionalidad. Siempre hay lugar para la sensualidad, para la sorpresa, para la ilusión y la pasión.
Leyson Ponce, por ejemplo, quiere acabar su frase coreográfica, cuando su colega Alejandro Morata le interrumpe para comenzar su monólogo con la calavera de Pepe. Porque, seguramente, en esa frase coreográfica el cuerpo se desliza y fluye hacia algo precioso que está más allá de la edad, del género y de la nacionalidad.
Maravillosa la manera que tiene Carmen de casar humor y filosofía de vida, desde la sencillez, en ese diálogo surrealista con la calavera de Pepe.
Me he reído en muchos momentos, pero también he sentido una profunda impresión indescriptible en otros, sin saber muy bien por qué. Por ejemplo, la primera vez que Roberto Torres coge la calavera y su movimiento y expresión facial se convierten en una emoción que es electricidad innominable, rayo de sobrecogimiento, vánitas resquebrajándose.
Genial el trabajo con las chaquetas americanas, la manera de construir movimiento con ellas, deconstruyendo la imagen normativa del ser social elegante del primer mundo. También con las cuatro sillas, en los desplazamientos y en las diferentes distribuciones de un espacio siempre rítmico, por el dinamismo de la luz y de la coreografía. Hermosos esos momentos de foto fija, en los que el conjunto se queda aparentemente congelado en bellas y sugerentes composiciones, mientras el movimiento sigue sintiéndose como un río subterráneo. El río es la vida que fluye y este espectáculo una manera sublimada de quitarle diques.
Están el misterio y la elegancia abriendo distancias míticas. Están el humor, el tacto, el contacto, las miradas, el hablar, acercándonos. Está la vida que se quiere buena y mejor. Yo he salido del teatro con ganas y con un optimismo fuera de toda edad.
P.S. – Otros artículos relacionados:
“La presencia y la danza de Carmen Werner”. Publicado el 1 de marzo de 2021.
“Dejar que la danza nazca como un gesto. Carmen Werner”. Publicado el 26 de marzo de 2018.
“Una coartada para la danza en 8 gestos. Carmen Werner”. Publicado el 28 de mayo de 2016.
“Lo provisional que arraiga. Carmen Werner”. Publicado el 6 de noviembre de 2015.