Sud Aca Opina

Apretar los dientes

Ante situaciones complejas, ¿cuántas veces no hemos tenido que apretar los dientes, sacar fuerzas de flaqueza y seguir adelante? Pecho a las balas, dar vuelta la pagina y seguir lo mejor que se pueda.

La vida está en constante oscilación, vivimos agarrados lo mejor que podemos a un péndulo que va de un extremo al otro, deseando que pase la mayor parte del tiempo en el lado positivo de las cosas, pero todos sabemos que todo aquello que sube, tarde o temprano tiene que bajar, y el péndulo se va del otro lado, llevándonos con él. Dicho de otro modo, somos equilibristas balanceándonos sobre una delgada línea, siempre con el riesgo inminente de caer.

Es por eso que debemos disfrutar a plenitud de esos momentos de triunfo e intentar pasar lo más rápido posible las amarguras. Por supuesto, si nos apoyamos en alguna mano amiga, mejoraremos sustancialmente el equilibrio y podremos frenar en alguna medida la oscilación del péndulo.

Sin pretender hacer filosofía barata con una frase tantas veces repetida, de no existir la noche, no podríamos disfrutar la luz del día. Si viviésemos en un eterno paraíso, no estaríamos conscientes de nuestra propia felicidad, por lo que, más temprano que tarde, querríamos cambiar esa condición o simplemente caeríamos en una profunda depresión producto de la invariabilidad del tiempo. Puedo estar equivocado, pero me da la impresión, absolutamente subjetiva y carente de datos duros como para respaldarme, que la depresión es más frecuente en los estratos económicamente acomodados que entre los pobres. No quiero decir con esto que el ser pobre es un ideal, sino que al no tener ellos sus necesidades básicas resueltas y tener que esforzarse día a día para salir adelante, simplemente no les queda tiempo como para deprimirse y se ven forzados a encontrar la felicidad en la más sencilla de las situaciones.

Muchos no nos damos cuenta de lo privilegiados que somos con la vida que llevamos. Es cierto, no tenemos un jet privado a disposición para volar a un puerto donde nos espere un yate con tripulación lista para llevarnos a un crucero por las islas griegas, pero tenemos algo que esos supuestos privilegiados no tienen; paz. La paz de sentir que quienes nos quieren lo hacen auténticamente, sin más interés que el compartir humanidad, mientras que los pasajeros a bordo de ese yate de lujo no dudarían en darle la espalda al propietario, si es que en el horizonte apareciera un mejor yate.

No se trata de ser conformista con lo que se tiene, porque siempre se podrá aspirar a más, sin referirme con esto, necesariamente a lo material, que si bien es cierto nos ayuda a vivir, nunca debería ser el foco principal de nuestra existencia.
Las crisis, aunque sean situaciones menores que dado nuestro dramatismo innato, consideramos crisis, independiente de su magnitud, son oportunidades de cambio y constantemente nos vemos enfrentados a pequeñas crisis, momentos en los cuales solo tenemos dos alternativas, rendirnos y sucumbir o apretar los dientes y seguir adelante.

El bruxismo no cuenta.


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