El voto. El del público
Ahora que estamos en época de pensar en el ejercicio del voto, voy a intentar hacer otro que es muy típico de opinadores y tertulianas de programas de televisión y radio o incluso periódicos. Me propongo analizar, ¡estás tú bueno!, el voto del público en el teatro, en lo que, según dicen, es un espejo del mundo. ¡En el mejor de los casos ni siquiera descubro nada!
El sábado 8 de julio de 2023 finalizó la 40ª Muestra Internacional de Teatro Cómico y Festivo de Cangas do Morrazo, la MITCF, que, como hacen muchos festivales, ofrece al respetable (al público) la oportunidad de votar por el mejor espectáculo, entre aquellos con el mayor caché y formato, es decir: los que se muestran en el gran escenario del Auditorio Municipal Xosé Manuel Pazos Varela. La MITCF también programa otros espectáculos de diversos formatos y modalidades, cuya experiencia se ofrece en espacios «alternativos» al teatro a la italiana que divide escenario y público. Pero estas experiencias teatrales, realizadas en calles, plazas, playas, en una capilla o en una sala de exposiciones, vienen a ocupar lo que, de algún modo, podríamos calificar como programación B. En la calle, en el mejor de los casos, tienen más público que algunos de los programados en la sala a la italiana, en gran medida porque son gratuitos. Los del resto de espacios «alternativos» pueden ser gratuitos o tener un precio, las entradas, más económico que los espectáculos que se muestran en el escenario a la italiana.
Sin embargo, la comodidad de la butaca acolchada y las circunstancias técnicas (acústicas, visuales, etc.) de la sala a la italiana, en la que el público permanece resguardado de la acción directa de lo que sucede en el escenario, mirando sin ser mirado, con la impunidad del vouyeur desde la oscuridad de la platea hacia la luz del escenario, nos hace asumir y afirmar que el teatro es, por encima de todo, eso: lo que sucede en el escenario de un teatro a la italiana. Entonces, los elegibles, los candidatos, son los espectáculos que se consagran en ese altar privilegiante, no los que andan dando la lata por los márgenes en esa otra programación B (léase desde el humor).
Ayer, al término de la última función de la 40ª MITCF de Cangas, pude observar cómo los colegas y amigos de la MITCF vaciaban la urna con los votos del público y hacían el recuento electoral.
¿Y quién ganó?
E
n el primero y segundo lugares, en mi opinión, ganaron dos espectáculos muy merecedores de tal galardón por su gran calidad. En primer lugar, ‘El avaro’ de Molière de Atalaya Teatro de Sevilla, dirigida por Ricardo Iniesta y, en segundo lugar, ‘In petto’ de la Cía. OKIDOK de Bruselas, un espectáculo de gran maestría en el clown, con un estilo y estética muy reconocibles. En ambos casos, no se trata sólo de obras que son teatro, sino que tienen toda la apariencia de lo que tradicionalmente se entiende por teatro: confirman la convención general de la ficción, como pacto de juego con el público, a través de actrices y actores que desaparecen tras personajes teatrales (artificiales). Actrices y actores que hacen una demostración o exhibición, de manera ostensible y hasta virtuosa, de sus habilidades y maestría para transformarse en personajes teatrales. Y también confirman las convenciones (pactos de juego) propias de un género y estilos reconocibles, sabidos y asumidos, interiorizados por el público gracias a la tradición, por ejemplo, la comedia, el clown, el esperpento y los recursos y figuras retóricas que les son propios.
Se trata, por tanto, de un teatro que no sólo es, sino que también lo parece. Como si habláramos de danza y pensáramos, por ejemplo, en la figura de una bailarina en mallas y tutú, con zapatillas de punta de ballet, o si pensáramos, en el teatro, en la imagen de Arlequín, Pantalone y el Doctor de la Comedia del Arte italiana. Nada que ver con otras propuestas en las que la actriz apenas parece un personaje teatral o un payaso de circo. Nada que ver con esas propuestas donde la bailarina viste ropa de calle, como nosotros, con zapatillas deportivas y corre o camina y hace movimientos que no van con la música y que no podemos asociar con nada conocido.
Entonces, me atrevo a pensar que el voto del público, de la gente, casi… casi… casi… parece conservador. Es una votación por lo conocido, lo ya sabido, dentro de una escala o concurso competitivo basado en la exhibición de méritos. Reconocer algo, por ejemplo, personajes, trama, temas y recursos expresivos, nos hace sentir seguros, inteligentes y preparados. Por eso, incluso en los teatros, y quizás más en los teatros que en otras artes, el progreso de las formas y convenciones (pactos de juego) y, por tanto, también de lo asociado a esas formas, cuesta tanto. Esto no sólo ocurre en la MITCF de Cangas, sino en la mayoría absoluta de festivales, teatros y auditorios. Mientras tanto, veamos qué sucede el 23 de julio.