Comienza septiembre y comienza el curso escolar, y con él los teatros también hacen pública su programación de espectáculos para el último cuatrimestre del año.
La familia del teatro gallego y, más concretamente, la de la dramaturgia, empezamos el curso escolar con la alegría de una muy buena noticia: Paula Carballeira (1972) ha recibido el Premio Estatal de Literatura Dramática 2023 por su obra ‘As alumnas’. La primera dramaturga gallega en ganar este prestigioso y bien dotado premio. Lo recibe precisamente con un texto que valora la educación. Antes que ella lo obtuvieron, primero Manuel Lourenzo (1943), en 1997, por ‘Veladas indecentes’, y luego, en 2007, Rubén Ruibal (1970) por ‘Limpeza de sangue’, uno de los «best sellers» de nuestra literatura dramática.
Empieza septiembre y empieza el curso escolar y parece que, después de las vacaciones, después de ese genérico, que cada cual formula lo mejor que puede y que mucha gente no llega a disfrutar, todo empieza.
Las vacaciones, el mito de las vacaciones, la pausa estival, me dan mucho que pensar. Por un lado, creo que tenemos suerte, estamos en un Estado donde la Educación parece importante y gratuita. No es gratuita, pero sí accesible. Las vacaciones escolares marcan y condicionan al país casi tanto como la agenda del fútbol masculino.
Por otro lado, creo que el acceso a la cultura y, en concreto, a las artes escénicas, no es simétrico ni igual para todos los pueblos y ciudades del Estado español. También pienso si, en lo que a cultura se refiere y, dentro de ella, al disfrute de las artes escénicas, es necesario un parón estival, compensado, en algunos casos, por algunos festivales. Ahí es donde no estoy del todo contento, porque entiendo que todas las personas necesitamos, por salud y justicia, desconectarnos de nuestro trabajo, horarios, obligaciones, etc. Pero no entiendo por qué no podemos, en la temporada de verano, disponer de una oferta de artes escénicas para disfrutar, al aire libre o en los teatros. Porque el disfrute cultural y artístico, al igual que comer y beber, no puede tener pausa.
Por supuesto, alguien podría replicarme con razón que los trabajadores de las artes escénicas también tienen derecho a desconectar y tener sus vacaciones. Por supuesto que sí. Pero la intermitencia de su trabajo permitiría, si se hace desde el equilibrio, que hubiera una alternancia, de forma que se distribuyese, para que más personas pudieran trabajar y también tener sus vacaciones. Pero, supongo que esto sólo se conseguiría si hubiese una programación ininterrumpida y más repartida, es decir, si no estuviese siempre trabajando la misma gente. Porque, a veces, parece que todos los espectáculos tienen que estar dirigidos por las mismas cuatro personas, e interpretados por las mismas ocho personas y que, en casi todos, tenemos que ver el diseño de iluminación del mismo escenógrafo, etc., habiendo, como hay, una rica y enorme cantidad de artistas a los que les quedan pocas posibilidades de trabajar o de mostrar lo que hacen. Esto también genera una especie de uniformidad en los escenarios que, para quienes van mucho, como es mi caso, termina incluso cansando.
Así, con una programación de artes escénicas ininterrumpida durante todo el año, tendríamos la oportunidad de aportar mayor variedad y riqueza a los escenarios y evitar en verano el, para mí, lamentable parón estival. Porque es un planazo combinar la playa con la posibilidad de, por la noche, por ejemplo, ir a ver un espectáculo al aire libre o al teatro, tanto en pueblos como en ciudades. Esto generaría también una oferta cultural de prestigio: pueblos y ciudades, incluso aldeas, en el rural, donde, además de romerías, fiestas populares, ferias, playas, pozas, montes y fuentes, podríamos acudir a ver espectáculos de danza, teatro, circo, ópera, performance, etc.
Tengo hambre, tengo sed, tengo ganas de artes escénicas. Comienza el año escolar y todas las personas seremos mejores si somos alumnas, porque no hay edad para aprender. Y no olvidemos que el teatro -las artes escénicas en general- es una escuela.
