Entre lo imprescindible y lo irremediable
Escribir, hablar, debatir, pensar, proclamar, estudiar sobre el texto dramático debería ser una de las funciones que cada persona que se identifique como teatrera, teatrista, farandulera, artista en cualquiera de las decenas de rubros que pueden componer esta cuestión deberían realizar de manera habitual, por lo menos tres veces a la semana, aunque, como limpiarse los dientes , debería ser algo a realizar cada día y varias veces.
No existe ninguna obra, sea del formato que sea, en teatro o danza que no parta de una idea previa. En los últimos años se ha estabilizado el concepto de dramaturgia para explicar esa guía, contexto, marco en el que se realiza el proceso de acumulación de lenguajes para lograr el objetivo final, la obra. Ya sabemos que no es imprescindible la existencia de un texto, de una obra escrita, pero coincidiremos en que al final, es irremediable que se acabe escribiendo un texto, a base de frases, diálogos, exclamaciones o signos.
Por experiencia continuada, un porcentaje elevado, más allá del noventa por ciento de las obras que veo a lo largo del año en diferentes países y circunstancias tienen un texto como idea previa, ya sea una obra dramática como tal, ya sea una novela, un listín telefónico o cualquier otra referencia identificable. Por lo tanto, lo que ha variado de manera sustancial es el concepto de la autoría. Al menos su idea primaria. Hay ejemplos de directores que huyen de un texto dramático con autor o autora viva como de la peste. Directores y compañías que mirando su exitoso historial, el contacto con dramaturgos o dramaturgas vivas es mínimo y casual. Las perchas de autores de valía universal, muertos hace siglos, ayudan a intervenir de una manera libertina, llamar la atención de conservadores y sobrexcitados antes de saber lo que se ha hecho con el clásico.
Estoy más confuso de lo normal. Escribo el día después de conocer al ganador de la edición de este 2023 del Premi Born que ha sido el madrileño Miguel Ángel González González, con un historial reseñable como narrador, con una presencia en los escenarios menos importante, que aseguró al recoger el premio que era la quinta o sexta vez que se presentaba. Cuando fui jurado del Bradomín, era una edición redonda en su número y se hizo un evento con todos los ganadores y me sorprendió que un número de los ganadores explicaron que nunca había escrito teatro y que se presentaron por la cantidad de dinero del premio. El Born está dotado con 14.000 euros, la publicación en los cuatro idiomas oficiales del Estado español, y los tres últimos premios se han estrenado por compañías profesionales y los dos últimos, además, en el Teatre Born de Ciutadella dentro de los actos de libramiento del premio. Un dato importante, que le dota de mucho mayor valor añadido.
En esta edición se presentaron doscientas cuarenta y cinco obras, de diversos países. El Cercle Artístic de Ciutadella, la asociación privada que lo organiza tiene unos archivos con todos los originales no premiados a lo largo de sus cerca de cincuenta ediciones. Considero que en esos archivos hay material de investigación y estudio sobresaliente, porque seguro que hay en esas carpetas obras que no se premiaron que tuvieron posteriormente un recorrido bueno, o de autores que hoy son más o menos estrellas que se han presentado de manera reincidente, porque esa cantidad de la dotación es muy importante. Con los numerosos dramaturgos y dramaturgas con las que me relaciono profesional y personalmente, todos confiesan que se han presentado de manera regular al Born
Solamente gana una obra, en ocasiones de autores y autoras reconocibles, exitosos, otras de desconocido, hasta sucedió que hace pocos años se lo llevó una estudiosa e investigadora con su primera incursión en l texto dramático. Es decir que no soy capaz de desarrollar una teoría sobre ,los métodos adecuados para hacer más transparente, equitativo y limpio cada premio. En este caso hay un equipo de seleccionadores que revisan todas las obras y proponen unas docenas al jurado y de ahí sale el ganador o ganadora. Hay otras maneras, pero con esta cantidad de obras premiables es difícil encontrar la más justa, por mucho que los organizadores justen, cambien, busquen personas las más apropiadas y de miradas diferentes para ejercer el voto final.
Pero estamos hablando de una fiesta del texto dramático, que parte de esa circunstancia incuestionable, se escribe teatro, se lee poco, la vida de los textos tiene un recorrido inseguro y con una trazabilidad sin muchas huellas porque quienes llevamos editando textos desde hace tiempo, que además tenemos una librería especializada, sabemos que en estos momentos la circulación de lo textos se hace por otros canales, que la edición que ha crecido hasta cantidades inusitadas de editoriales y de autoras y autores editados, al igual que obras, no se corresponde precisamente con ,lo que sucede en las carteleras, en las producciones sean institucionales, privadas o semis. Por lo tanto, van a quedar libros para la historia, una suerte de notaría, pero en los lugares donde se reciben y se sustentan en las redes las obras, eso se multiplica de manera exponencial.
No es fácil comprender la existencia de tal cantidad de personas escribiendo teatro, con estudios específicos, talleres, impulso generativo o necesidad por pertenecer a un colectivo. Como tengo varias vidas acumuladas, cuando he sido jurado, he detectado que hay muchos refritos, que proyectos de capítulos de serie televisiva se reciclan, que las situaciones son peregrinas, que se tiende a poner diálogos de manera costumbrista, que cuando se encuentra un texto realmente interesante, con todos los elementos que caracterizan al teatro colocados de manera artística, se disfruta, pero eso no significa, desgraciadamente, en este sistema productivo actual, que vaya a tener una buena vida escénica. Sino que unos cuantos vamos a señalar a esa autora o autor, a esa obra, como algo bueno y quizás, con suerte, llegue a manos de algún productor, compañía, director o directora que se identifique con esa obra y la haga Teatro.
Por eso seguiremos luchando, predicando con ejemplo, aplaudiendo y colaborando con las iniciativas culturales fuera del mercado, aunque inciden más de lo que se piensa, moviéndonos entre lo imprescindible y lo irremediable.