Dramaturgos en el Foro
Quién podrá condensar en una escena la confusa situación de violencia que se vive actualmente? ¿Cuál dramaturgo podrá atrapar las corrientes contradictoras que sacuden a la sociedad? Estamos en el preámbulo de un conflicto universal que llevaría a la humanidad al límite de su existencia, y barrería toda nuestra memoria como en una película catastrofista de serie “B”.
Confiemos en que va a aparecer próximamente ese providencial autor que daría a la escena una dimensión profética. Como lo recordó Meryl Streep cuando recibió en días pasados el Premio de las Artes Princesa de Asturias de 2023: …las cosas se repiten, yo veo que todo es una terrible repetición… Diálogo de la obra La Casa de Bernarda Alba, la galardonada recordó que García Lorca escribió esta frase tres meses antes de su asesinato. Y se admiró la potencia visionaria del autor, víctima de la negrura de su tiempo que implacablemente se repite ahora.
El dramaturgo es indispensable para el funcionamiento de la escena, así como el director, los actores, y los otros elementos de una compañía. Hay quien ha intentado acabar con el director, escudándose en una irresponsable ‘dirección colectiva’, los directores han pretendido substituir al dramaturgo (con escasos resultados), hubo quien soñó deshacerse de los actores y su vanidad, y de hecho los ‘one man show’ tratan de prescindir del resto del grupo. No obstante la realidad es obstinada, tenaz y caprichosa, exige el conjunto de elementos para consolidar una noche de teatro completa. El teatro es sociedad desde su descubrimiento.
El dramaturgo, que era el dictador-patrón de la escena, ha visto mermado su poder, degradado a la condición de guionista (exagero), y su función ha perdido parte de su prestigio. Los jóvenes prefieren soñar con las luces del cine, las cámaras de televisión, las ganancias de una serie. Y sin embargo, sostengo que el poder de la escena que concentra la dramaturgia es una actividad profunda del conocimiento humano. No me voy a referir a los clásicos, no hablaré de los esplendores del siglo XIX, evitaré al patrón Shakespeare, el desconcertante Molière, al poético Calderón, hablaré de la fuerza del dramaturgo contemporáneo como Ionesco o Beckett, y a los otros que han seguido creando para la escena.
Aquí en Francia hay autores que han destacado con fuerza: el malogrado Koltès, que se extinguió en la cumbre de su creatividad; pero tenemos a varios autores que están en apogeo: Yasmina Reza que ha trascendido los fronteras con su peculiar sentido de la escena. Ella misma, dramaturga, actriz y directora y que actualmente presenta su obra ‘John Brown se ponía rulos’ en el teatro de la Colina de París. Pero también está Alexis Michalik que se ha distinguido en teatro y cine; su principal obra es ‘Edmond’ que presenta las dificultades del autor de Cyrano de Bergerac el día de su estreno en el París de 1897. Verdadero animal de espectáculo presenta sus reflexiones en torno a la escritura teatral y cinematográfica:
Hay una profunda diferencia en la escritura para cine o para teatro. Me di cuenta cuando filmé ‘Una historia de amor’ (…) Me enfrenté a la siguiente dificultad: en el teatro uno cuenta, mientras que en el cine se muestra. En el teatro, hay en principio un relato, uno habla directamente con el público, en el cine, no. Cuando en el cine hay muchas palabras, es teatral. Hay que encontrar un equivalente en la imagen. Es algo con lo que lucho continuamente porque tengo más capacidad para contar algo que para imaginarlo o dibujarlo. El cine es un arte de lo real mientras que el teatro es un arte de la evocación, de la convención.
El dramaturgo concentra voces, evoca momentos, recrea situaciones y finalmente proporciona un camino para el trabajo de una compañía. Y hoy más que nunca necesitamos autores con intuición y talento.
París, octubre de 2023