Sud Aca Opina

Geometría benedettiana

Decía Mario Benedetti: “En la vida hay que evitar tres figuras geométricas; los círculos viciosos, los triángulos amorosos y las mentes cuadradas”.

Como en toda aseveración, habrá muchos férreos defensores y también un grupo importante con detractores absolutos.

Tanto los círculos viciosos como los triángulos amorosos han producido lo suyo como para que la humanidad tenga nuevos enfoques con respecto a asuntos específicos del devenir humano.

Sigmund Freud, el padre del psicoanálisis, investigó sobre los efectos de la cocaína como una alternativa terapéutica para curar ciertas afecciones mentales y en el proceso de origen profesional, sin duda cayó en una adicción como la de cualquier drogadicto. Con el alcohol, droga legal, muchas veces ha ocurrido algo similar, llegando incluso al suicidio de quien se transforma con el tiempo, en un héroe de la creación artística. Solo por mencionar unos pocos, Elvis Presley, Michael Jackson, Ammy Winehouse… suma y sigue.

¿A cuántos creadores no les han llegado las musas gracias a un triángulo amoroso para inspirarlos a hacer poesías, canciones, obras de teatro, películas, coreografías de danza y otras tantas manifestaciones artísticas?

Está claro que de las dos figuras geométricas precedentes mucho se podría discutir sobre su influencia en un proceso creativo, sea este de cualquier índole, pero de las mentes cuadradas, creo que existiría unanimidad con respecto a sus efectos negativos para cualquier iniciativa.

La evolución lógica de un círculo es una esfera, lo que me lleva a la idea de la tierra, de los planetas, de las constelaciones, del infinito… Basta con la mínima pendiente y la esfera rodará cambiando de posición hasta encontrar un nuevo plano donde detenerse.

Un triángulo llevado al espacio es una pirámide, y con esto, es imposible no derivar en la idea de las energías que llevaron a su construcción y de toda la mitología en torno a la explanada de Guiza y las 3 pirámides de Keops, Kefrén y Micerino.

Al menos para mí, la idea de un cuadrado levantado a la tercera dimensión, de inmediato me lleva a la concepción de una caja cerrada de la cuál difícilmente se puede salir.

Un círculo es inestable y amable por su curvatura. Un triángulo, contradictorio por ser la triangulación la base para estabilizar cualquier estructura y a la vez, muy agresivo por sus vértices. Un cuadrado en cambio parece estar en una etapa intermedia que, desde su quietud, no le mueve el piso a nadie como para impulsarlo a crear.

Alguien podría argumentar que un cuadrado derivado en caja, es el recipiente perfecto para almacenar cualquier conocimiento, pero las abejas saben más en cuanto a la optimización del espacio y sus panales son en base a hexágonos, o los copos de nieve que, a pesar de ser tan diferentes entre ellos, también siguen un patrón hexagonal.

Especular sobre las espirales presentes en toda la creación o las progresiones geométricas en proporción aurea, abre un infinito de ideas, eso claro, si logramos salir de la caja para tener una nueva perspectiva.

Al parecer, Benedetti solo fue a la clase de conceptos geométricos básicos, quizás por eso, prefirió dedicarse a la escritura.


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