Entrevistas

Imanol Ituiño: «El público del futuro tiene que formarse en familia»

Eidabe estrena una obra sobre la figura de la fotógrafa estadounidense Vivian Mayer

Imanol Ituiño (Bilbao, 1989), mago, guionista, dramaturgo, cineasta y formador, es el autor de la obra ‘Kuku. Ezkutuan dauden emakumeak‘, que acaba de estrenar Eidabe Ekimen Kulturalak, especializada en obras de teatro en euskera para público familiar. La pieza recupera la figura de la fotógrafa Vivian Mayer, siguiendo la estela de otros títulos de esta compañía vasca que saca a la luz la figura de mujeres ocultas por la historia oficial.

¿Cuál es la primera intención de eta obra?

El reto de ‘Kuku‘ es doble. Por un lado, reivindicar el papel de la mujer creadora, artista, con voz propia, de la mano sobre todo de la figura de Vivian Mayer, fotógrafa de mediados del siglo XX; y por otro acercar el mundo de la fotografía analógica a los chavales y familias de hoy en día. Vivimos más que nunca en una sociedad de la imagen, pero, paradójicamente, esa avalancha de fotografías hace que no prestemos ni atención ni valoremos las imágenes en absoluto.

¿Por qué este tema y cómo lo habéis abordado?

Creemos que es un tema candente, tanto por el movimiento feminista y el empoderamiento de la mujer en todos los ámbitos laborales (ya lo hicimos con ‘Piztu’ y las mujeres en la ciencia); como por el uso y abuso de las imágenes hoy en día. Las redes sociales, el consumo abusivo de fotografías para todo y últimamente hasta las fotografías falsas creadas por inteligencia artificial están a la orden del día. Pero claro, todo esto son temas muy gordos para llegar a un público infantil/familiar. No por el tema en sí, porque, creámoslo o no, el público infantil es capaz de entender y digerir grandes conflictos o problemas sociales mediante el juego del teatro; sino por lo lejano en lo tecnológico de todo el sistema. Por eso nos hemos tomado un ratito en la obra para explicar cómo se tomaba una foto hace años, qué era un carrete o qué es eso de «revelar». El cambio tecnológico que ha supuesto lo digital en la fotografía es bestial. Y resulta complicado contar una historia de una mujer que hacía fotos en carretes que no revelaba y que nunca vieron la luz a un público que está acostumbrado a que «los mayores» manden fotos por teléfono a todas horas a todos los contactos.

¿Cómo enganchar a los niños y niñas en una historia como esta?

A mí personalmente me gusta mucho el humor. Siempre creo que puede tener cabida en cualquier historia, por trágica, triste o aterradora que sea. El humor es un gancho universal. Un chiste, una broma, un juego de palabras en el momento adecuado hace que la atención del público siga ahí, sirve de punto de anclaje, de relajación dramática, de gancho de atención. Y cuando el público que tenemos delante a lo mejor está acostumbrado a un ritmo más frenético de pantalla, de cambio de planos, de imágenes en sucesión, el ritmo más pausado de una obra como esta en la que, además de toda la parte didáctica o demostrativa de lo que es la fotografía, también introducimos ciertas partes biográficas de la vida de Vivian, creo que el humor es un buen contrapunto.

Hay que evitar esos espacios donde niños y niñas ocupan las primeras filas en el suelo y los padres y madres están de la mitad de la sala hacia atrás mirando el móvil.

¿Con qué tipo de montaje nos vamos a encontrar?

Intentamos jugar con dos espacios muy diferenciados. Uno más onírico, más teatral, donde mezclamos, conjugamos y jugamos con diferentes técnicas y medios expresivos. No es posible hablar de la fotografía sin usar la propia fotografía, así que veremos diapositivas y proyecciones que propondrán cambiar de estilo dentro de la obra.

Eidabe posee una larga experiencia en teatro infantil o familiar. ¿Cómo es este tipo de público y qué busca?

En todos los montajes de Eidabe intentamos dirigirnos a los jóvenes sin perder de vista a los adultos. Creemos firmemente que el público del futuro tienen que formarse en familia. No es posible crear espectadores sin unas obras que sean realmente para todos. Hay que evitar esos espacios donde niños y niñas ocupan las primeras filas en el suelo y los padres y madres están de la mitad de la sala hacia atrás mirando el móvil. Necesitamos crear comunidad, necesitamos crear la experiencia de asistir al teatro, sea en la calle, en una sala, en un polideportivo o, como sería lo óptimo, en un teatro. Y para ello, las obras tienen que estar dirigidas a ese espectro amplio. Esa es al menos nuestra intención. El padre o madre busca que sus hijos estén una hora entretenidos una tarde de lluvia en la casa de cultura de turno. El público infantil lo que quiere es divertirse. Nosotros lo que queremos es formar espectadores para el futuro, haciéndoles ver que el juego del teatro puede servir para motivar una vocación en una niña, descubrirle una historia fascinante enterrada entre fotografías o contarle un chiste en el momento justo. Eso también es necesario.

Karolina Almagia


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