Belén Rueda llega a Barcelona con ‘Salomé’, la revisión del mito que dirige Magüi Mira
Se representará hasta el 24 de marzo en el Teatre Goya
El Teatre Goya de Barcelona acoge hasta el 24 de marzo ‘Salomé‘, una obra escrita y dirigida por Magüi Mira y con composición musical de Marc Álvarez. El espectáculo está protagonizado por Belén Rueda, Luisa Martín, Juan Fernández, Pablo Puyol, Sergio Muro, Antonio Sansano, Jorge Mayor, José Fernández y Jose de la Torre. Es una producción de Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida y Pentación Espectáculos.
Durante la presentación del espectáculo, el martes en el propio Teatre Goya, la dramaturga y directora escénica del montaje, Magüi Mira, comparó el mito de Salomé con una flecha que atraviesa más de dos mil años de historia por llegar hasta nosotros. «Es una historia fascinante que todos llevamos en el imaginario colectivo y seguimos estando fascinados.» Para la directora, la figura de Salomé es un arquetipo que encarna una multiplicidad de significados, conflictos y temáticas, todas vigentes y de rabiosa actualidad y con las que todo espectador y espectadora se puede sentido identificada, desde el ansia de poder, pasando por los conflictos bélicos más inminentes y preocupantes hasta nuestras propias pulsiones que pueden ofuscarnos y perder el camino de la razón y la medida para zambullirnos en un camino violento repleto de trágicas consecuencias.
“Hay muchas formas de leer, ver y entender un relato bíblico, un relato herencia de nuestra historia romana. En este caso, hablamos de cosas que me importan mucho y que a mí, personalmente, me resultan esenciales en el momento en que vivimos. Hablamos de la pandemia que todavía nos asola, cuya frustración nos cuesta digerir y que nos lleva hacia un ansia de poder que cae en la corrupción. Y esto ocurre, ha pasado y seguirá pasando. Hablamos, también, de estos pueblos que son invadidos salvajemente por conquistadores que les quitan las tierras, pero también las almas de las personas que viven allí. Y hablemos de las mujeres, que, habitualmente, somos moneda de cambio en todos los escenarios bélicos. Nuestra Salomé pretende ser un grito de libertad, una voz que declara que buscamos la paz, que el mundo está lleno de personas que quieren relacionarse desde la igualdad y el respeto y que entendemos que la vida no tiene por qué está sembrado de violencia, sino todo lo contrario, debe ser algo que nos lleve al placer, a gozar y a la felicidad. Salomé entra en un delirio que la lleva a utilizar el instinto y no la razón, dirigiéndose hacia su perdición. Nosotros clamamos por mujeres que tengan acceso al conocimiento y que puedan utilizar la razón sin cruzar líneas rojas que no benefician a nadie.”
Mira también habló de una perspectiva universal presente en el montaje, de una dimensión trascendente y elevada, potenciada por la música: “Sabemos que formamos parte de este universo, que estamos conectados, fusionados, una imagen que Marc Álvarez ha transmitido perfectamente con su música. Estamos aquí y no sabemos exactamente hacia dónde nos lleva todo, pero sí sabemos que queremos luchar por este espacio de libertad entre hombres y mujeres. Y esto es alimento.”
Belén Rueda, que interpreta a la mítica figura que da nombre al espectáculo, también ha querido hacerse eco de la voluntad de presentar al personaje desde un punto de vista mucho más complejo y menos maniqueísta de lo que nos ha llegado por la tradición del dogma cristiano, teniendo en cuenta todos los factores y circunstancias que dan sentido a los actos de la princesa en un contexto sociopolítico imposible de obviar. “Para mí, ha sido crucial la relación con Magüi desde el principio, entender cómo, a través del material original, la directora quería contar algo más profundo. Se nos dice que Salomé es caprichosa. ¿Por qué? Porque pide la cabeza de Juan Bautista. Pero hay que entender el contexto histórico que vivía Salomé, no se trata de un capricho sino que era su única manera de llegar a la libertad en un momento en el que a las mujeres ni se les permitía pronunciarlo. Hablamos de una mujer joven, influida por su madre, que se enamora de Bautista y que descubre, fuera de palacio, una realidad diferente a la suya. Encuentra fuera lo que Juan predica y quiere salir a buscarlo. Por eso, cuando Juan la rechaza, ve ese camino hacia la libertad completamente cerrado. Es la nada. Ya sólo le queda la muerte. Cuando ella baile por Herodes para manipularlo, antes incluso de que ella decida que quiere pedir, su madre le pasa delante, y ella se deja influir. En cuanto a la danza de los siete velos, se trata de un añadido posterior, diferente a lo que consta en los escritos. Es fruto de la interpretación de pintores, dramaturgos… Magüi ha hecho una propuesta muy valiente, más allá del aspecto físico o visual, que se basa en desprenderse.”
Pablo Puyol, que interpreta a Joan Baptista, confiesa que la experiencia ha sido tremendamente positiva, tanto por la calidad del reparto, como por la propuesta y por la energía que se genera en el escenario. Destaca, además, que su personaje también forma parte de esta revisión más humana de las figuras, acercándolas a una versión más terrenal y compleja. “En esta versión, Juan se aleja de la imagen oscura de dureza, de animal, porque, al fin y al cabo, se trataba de un rebelde y, en la mayoría de los casos, a la gente se llega mediante la palabra, y él la dominaba. Era un hombre sensible, capaz de hacer que le siguiera una gran multitud, y así comienza su revolución contra el pueblo romano. En este caso, además, gracias a Magüi, interpreta tres canciones que marcan tres momentos temporales en la trama y culmina con un poema de Rubén Darío, a modo de alegado final».
Por su parte, Luísa Martín, que interpreta a Herodías, la reina madre y esposa de Herodes, antes esposa de Filipo también describe las intrínsecas complejidades de su personaje, una mujer atrapada en una situación que le lleva a convertirse en el antagonista primordial de la historia. “Ella sabe que se encuentra permanentemente sobre el hilo de la navaja. Sabe cómo las gasta Herodes y sabe qué pasa en Palacio y también fuera. Ella sabe lo que es pasarlo mal, que la maltraten y la golpeen y es una mujer que ha decidido sobrevivir a cualquier precio. Y sobrevive como puede, asomándose a la diversión, bebiendo sin cesar para rehuir de la realidad que le rodea y acostándose con todo aquel con un buen físico que se le ponga delante».