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Encuentros en la Escuela del Espectador Emancipado

Con base en la teoría de ‘Le spectateur émancipé’ (2008) del filósofo Jacques Rancière, el Colectivo 84 de Portugal, con la dirección del dramaturgo Mickael de Oliveira, organiza la Escuela del Espectador Emancipado (EEE) dentro del Festival Encuentros de Nuevas Dramaturgias (END). A este evento fuimos invitados alumnado y profesorado de escuelas de teatro y artes performativas de Portugal y del Estado español.

Con la ESAD de Galicia yo ya había participado en la EEE del Festival END de 2019 en Coimbra, con Laura Puerto y Ariel Q. Sesar, que formaban parte de mi alumnado en aquel momento. En ese año pudimos descubrir algunas de las dramaturgias más desafiantes y heterodoxas, a través de lecturas compartidas en voz alta, de espectáculos o de trabajos presentados en medio de su proceso de creación, también en conversaciones y conferencias.
El END, de frecuencia bienal, era y continúa siendo coproducido por la Universidad de Coimbra y por el Teatro Académico Gil Vicente de esa ciudad. Para la 6ª edición de 2024 el END extendió, como también hizo en la edición anterior de 2022, su programación a Guimarães, con la coproducción de A Oficina, en los días 18, 19 y 20 de marzo, con un intenso programa de actividades alrededor de algunas de las concepciones más inquietas de la dramaturgia.

Asistí acompañado de dos alumnos de la ESAD de Galicia: Manuel Montáns, alumno escogido por el curso de 1º de Dirección escénica y Dramaturgia, y de Álvaro Reboredo “Fiti”, alumno de 4º curso del itinerario de Dramaturgia, que está comenzando su Trabajo Fin de Estudios con una pieza que hibrida circo acrobático, danza y teatro.

En Guimarães también nos encontramos con alumnado y profesorado de la ESAD de Castilla y León, más concretamente de su Máster en Enseñanzas Artísticas: “Pensamiento y Creación Escénica Contemporánea”. Un posgrado en el que, además de artistas y profesorado españoles e internacionales, se establecen puentes con Portugal, a través del Centro de Estudios de Teatro (CET) de la Universidad de Lisboa, que dirige Rui Pina Coelho.

Fue muy enriquecedor conocer este proyecto y, para mí, fue también emocionante porque, tras casi 30 años, me reencontré con Elisa Marinas, Coordinadora Académica de ese Máster, compañera cuando, con apenas 20 años de edad, estudiábamos interpretación en Asturias. Aunque no fuésemos exactamente del mismo curso en el Instituto del Teatro y de las Artes Escénicas de Asturias (ITAE), la experiencia en aquella escuela, tan pequeña en dimensiones y número, como grande en la práctica artística del teatro, creo que nos unió para siempre. El ITAE era una escuela en la cual la mayoría del profesorado eran artistas o personas muy conectadas con la práctica teatral. Nuestro aprendizaje era una decantación de la práctica directa, que implicaba pasión, análisis y un compromiso personal muy grande, siempre en colaboración estrecha con el equipo de trabajo. El ITAE nos suministró los cimientos de las artes escénicas, enriquecidos posteriormente a través del ejercicio profesional y también de la práctica y el estudio en otras escuelas e instituciones.

El reencuentro con Elisa, en esos días del Festival END en Guimarães, fue emocionante, no solo por lo compartido en aquellos prodigiosos e intensos años en el ITAE de Asturias, sino también por descubrir que el centro de la vocación y de las pasiones de aquellos jóvenes continúa activo en las personas que ahora somos. Además de nuestros trabajos artísticos, que no queremos mesurar en términos de cantidad, somos profesores y continuamos siendo alumnos, porque, creo, adoramos el conocimiento que la acción, en las artes escénicas, nos brinda.

El Festival END coloca el foco, precisamente, en esa perspectiva, la del conocimiento en el que dramaturgia es investigación de la acción, ya sea promovida por las palabras y por todo lo que ellas traen para los escenarios, ya sea promovida por dispositivos de otras naturalezas: los cuerpos, los objetos, las luces… Una dramaturgia que no pretende eliminar la emancipación de cada espectadora y de cada espectador en sus singularidades.

Escribía Rancière en ‘El Espectador Emancipado’, cito a partir de la traducción portuguesa de José Miranda Justo, de la editorial Orfeu Negro (2010): “El poder común a los espectadores no tiene que ver con la respectiva calidad de miembros de un cuerpo colectivo o con cualquier forma específica de interactividad. Antes de nada, es el poder que cada uno o cada una tiene de traducir a su manera lo que percibe, de conectar lo que percibe a la aventura intelectual singular que los hace semejantes a todos los otros en la medida en que esa aventura singular no se asemeja a ninguna otra. […] Ser espectador no es la condición pasiva que debiéramos transformar en actividad. […] Nuestra tarea no es transformar a los espectadores en actores y a los ignorantes en científicos. Necesitamos reconocer el saber que opera en el ignorante y la actividad propia del espectador. Todo espectador es ya actor de su historia; todo actor, todo individuo de acción, es ya espectador de la misma historia.”

En el END fuimos espectadoras y espectadores emancipados y en diálogo. Una escuela en la cual nadie te dice lo que tienes que aprender, ni lo que tienes que hacer.

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“END Coimbra. Colectivo 84 y TAGV”, publicado el 1 de abril de 2019.


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