Disposición y disciplina
Para aprender hay que tener disposición y, en ese sentido, hay que tener disciplina. Pero cuando se exige disciplina a los estudiantes, ellos suelen confundirlo con la manifestación de cierta insatisfacción del profesor, con ganas de criticar. Criticar en el sentido superficial de la palabra. Los educadores artísticos estamos bregando con situaciones complicadas que van desde la banalización de la expresión artística, hasta la poca tolerancia al fracaso. Desde la creencia de que cualquier cosa se vale, hasta el “yo hago lo que puedo” y, en realidad, intentan poco… si es que lo intentan. Por eso cae como anillo al dedo recordar la etimología de la palabra disciplina, “el proceso de aprendizaje” de un discípulo, o sea del sujeto que está dispuesto a emprender la aventura de un proceso formativo.
Es como si olvidaran, o nunca hubieran sabido, que aprender implica pasar por muchas equivocaciones hasta llegar a los aciertos. Lo mismo que crear. Y todos quieren llegar al acierto de inmediato, como si los aciertos fueran fáciles y obvios. Como si para pasar de la equivocación al acierto se pudiera presionar un botón que hace “clic”.
Todos quieren expresarse porque son sensibles, pero no quieren encausar, o les cuesta, o no lo consideran relevante, sus impulsos creativos por los afluentes de la disciplina. Señores, para expresarse y para crear no es necesario ser artista, son capacidades humanas.
Por el otro lado, está el asunto de la poca tolerancia al fracaso, no quieren equivocarse y si no hacen las cosas bien en el primer intento, se desintegran. Como si el camino al hallazgo tuviera un botón de encendido y apagado. No sé en qué momento se empezó a sostener la creencia de que dedicarse a la creación artística es fácil, como si los poetas no tuvieran que pasar por procesos pantanosos y por caminos, muchas veces sin salida.
Lo que se encuentra en la exigencia de disciplina, pienso, no es otra cosa que un llamado de atención sobre la disposición para transitar el proceso de aprendizaje, una súplica que solicita colocarse los zapatos que se requieren para atravesar un terreno que en algunos de sus segmentos puede ser pantanoso o llano, nunca se sabe. Sin embargo, sea como sea, si hay pantano, arenas movedizas, piedras estables sobre las cuales caminar o una verde pradera con el césped cortado y con flores perfumadas que la decoran, lo importante es no perder de vista el contexto de aprendizaje y formación del que se participa, y que para convertirse en un creador hay que estar dispuesto a equivocarse, a perderse y a soltar. Soltar para volver a empezar.
Domingo 9 de junio del 2024.
Bogotá, Colombia.