Foro fugaz

París, el gran teatro del mundo

Los que conocemos París sabemos que es un gran escenario. Lo saben los que filman en la capital, lo saben los que asisten a la fiesta de la música, lo saben los que bailan en las plazas y en sus calles.

También lo supieron los organizadores de los Juegos Olímpicos y decidieron usar los rincones de esta capital para que haya competencias olímpicas: La plaza de la Concordia convertida en un gran centro deportivo, el Puente de Alejandro III, La Torre Eiffel, la Plaza de Trocadero y un gran etc.

Pero lo más sobresaliente es haber ofrecido a Thomas Jolly, director artístico de estas olimpiadas, la posibilidad de usar a este museo viviente como fondo para la ceremonia de apertura, un privilegio al que supo sacarle jugo este director teatral. Y el teatro fue el invitado de honor de estas cuatro horas de espectáculo.

Podrá criticarse lo criticable, podrá no ser del gusto de todos los espectadores globales, el caso es que París fue una fiesta y nos recordó que esconde muchas bellezas secretas por lo abiertas que estén a los ojos del público. El testigo mayor de esta aventura fue el imprescindible río Sena, fuerza secreta en una noche de tormenta. El Sena y sus siglos de historia.

Thomas Jolly es un joven talento del teatro en Francia. A él debemos 24 horas con Shakespeare, presentación de las tres obras de Enrique VI, más Ricardo III que reseñamos en este espacio, en el que ponderamos su audacia y creatividad. Un amor delirante por el teatro que aparece como común denominador de la ceremonia de apertura. También aparecen sus dotes para el uso de la música: Momento espectacular del cierre con Celine Dion interpretando El himno al Amor de Edith Piaff, inolvidable momento con la Torre Eiffel como estructura escenográfica, sin olvidar a la versátil Lady Gaga que dio el tono de la apertura.

En esa teatralidad aparece el momento más discutido, la representación de la diosa fortuna en uno de los puentes. De inmediato se lanzaron a criticar lo que a muchos les pareció una réplica del cuadro de da Vinci, La última cena. Error de la ignorancia pues el cuadro era La cena de los dioses en el Olimpo de Jan Harmensz van Bijlert (1635) que se exhibe en un Museo de Dijon. Pero tal vez algo de picardía haya en la representación.

El cuadro La última Cena es una recreación artística, no una imagen sagrada. Es el talento de da Vinci al servicio de la difusión de los Evangelios. De todos modos recuerdo a las sensibles ánimas del siglo XXI que nuestro Luis Buñuel realizó en 1961 la película Viridiana (que marcó su regreso a España) en la que se muestra una réplica grotesca y esperpéntica de la Última Cena, ahí sí sin artificios de ninguna especie. Y había una censura férrea en España que no respingó.

Mil imágenes sobre un París en fiesta nos quedan en la memoria. Una de las más simbólicas es la de una Flama Olímpica itinerante que recorre cada día la capital, para marcar la apertura de unos juegos para todos. Se rescata así la belleza de una de las capitales del mundo.

París, 2 de agosto de 24


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