Otras maneras de entender al otro
La última vez que me acerqué a ustedes estaba en Cádiz viendo espectáculos de procedencia iberoamericana, de los que les dejé reseña de dos de ellos y noticias ligeras de otros más, teniendo la sensación de que el tiempo y el espacio demasiadas veces es injusto con el auténtico interés de los festivales y de la memoria del cronista. Acabado el FIT con una edición con dirección transitoria pero que recuperó esencias, características y se acercó de nuevo a sus objetivos fundacionales, ahora esperamos con mucha atención, primero la terna que presente el jurado que está estudiando los expedientes de quienes se han presentado a dirigirlo y después, y más importante por su trascendencia durante cuatro años, la persona elegida por el Patronato para ocupar el cargo.
Hoy escribo desde Cluj en Rumania, porque he asistido como es habitual en los últimos añas a su décima tercera edición de sus Encuentros Internacionales que nos da la ocasión de visionar una decena de obras producidas por el Teatrul National Lucian Blaga de Cluj Napoca y comprobar la versatilidad de su compañía estable para afrontar propuestas de diversos formatos, de exigencias interpretativas diferentes y de una ambición estética innegable. En estos encuentros, además de las obras exhibidas de manera abierta, con las plateas llenas de públicos de diversas edades, se hacen charlas, debates, presentaciones de libros, ponencias y toda una actividad más académica, que ayuda contextualizar desde diversos puntos de vista filosóficos, sociales, políticos y teatrales la iniciativa de este año que se acercaba a la “otredad”.
Porque es relevante que la programación de un Teatro Nacional, con compañía estable, se establezca tras reflexiones previas sobe cuál es el asunto o la inspiración para la programación anual. Se parte de esta situación y en esta ocasión nos ha permitido ver a la compañía afrontando textos d Joseph Heller, Eugene Ionesco, William Shakespeare y Carl Gozzi en su sala principal, en montajes con direcciones diferentes, pero en todos los casos con amplios repartos y, lo más importante, con formas, estéticas, estilos muy diferenciados, lo que hace que los repartos, el equipo actoral deba afrontar trabajos muy diferentes en cada obra, exigiéndose a cada uno de una manera excelente que use toda su formación y nos deparen, en su conjunto, y en particular, actuaciones estelares, sea en papeles principales o secundarios, sea en montaje tenebroso como ‘We Bombed in New Heaven’ del escritor norteamericano Joseph Heller obra de 1969 que se acerca a las circunstancias de la guerra en un tono de comedia negra; ya sea en ‘Le Piéton de l’air’ un Ionesco indescifrable, pero con una propuesta escénica muy sugerente a partir de una escenografía que preside y condiciona toda la actuación; o una importante dramaturgia escénica sobre ‘Noche de Reyes’ de Shakespeare que coloca toda la acción en una fuerte estética Pop, de colores y actuaciones en ocasiones delirantes; o una deliciosa obra de Carlo Gozzi “Il Re Cervo” donde se mezcla de manera excelsa la Commedia d’ell Arte con toques de ópera cómica china, lo que representa para el equipo actoral un uso del cuerpo y la gestualidad muy específico, una exigencia que se logra en plenitud de acierto junto a un juguete escénico que preside todo el desarrollo de la obra de una calidad plástica asombrosa y de una eficacia incuestionable.
En la sala pequeña vimos otros montajes más pequeños, de autores rumanos contemporáneos y con propuestas repartos menores, pero que mostraban de todas formas la calidad de sus intérpretes, las direcciones menos exigentes, pero de parecida compostura y temática que nos sorprendió al tener dos de ellas la relación metateatral como sostén de la trama. Una obra sobre las redes sociales, el internet como lugar de incertidumbre, preñada de sorpresas y giros dramáticos, escrita por Cosmin Stanila, actor de la compañía que también actúa en ‘How Mr. Gherase Fell in Love with Clara Smith’.
En su conjunto se trata de una magnífica exhibición de fin de temporada, que viene a significar un repaso de sus momentos más importantes y que para quienes llegamos desde lugares en donde la existencia de compañías estables en los teatros oficiales no se contempla por unos prejuicios ancestrales, nos incita, un vez más, a reclamar esta posibilidad, a transmitir de manera reiterada que se trata de una fórmula existente en muchos países y que rompe con la idea de la gira como asunto romántico de los cómicos de la legua, y proporciona estabilidad creativa, social y laboral además de utilizando como se utilizan en estos teatros sus instalaciones para programar cada día obras, propicia la creación de unos públicos que tienen la posibilidad de ver nuevas obras cada cierto tiempo. Más o menos una cada mes, además de muchas otras bondades de este modelo.
Un año más, tanto en Cluj, como en Almada, Cracovia, Berlín, Córdoba (Argentina) o Veracruz, encontramos una manera de afrontar la producción teatral con unas garantías presupuestarias, con equipos totalmente entrenados para hacer un repertorio exigente y que logran fidelizar públicos de cercanía que se sienten concernidos por sus propuestas. Y si es posible en esos lugares, lo puede ser en cualquier otro. Es cuestión de estudiarlo, de tomar decisiones políticas hoy, para que pueda ser realidad en unos años.
Aquí parece que estamos a otras. A nombrar directores o directoras de manera precipitada, lo del FIT ya está en marcha y existen quinielas, pero hay otra que se comenta en los mentideros madrileños: la Compañía Nacional de Teatro Clásico. ¿No merecería una compañía con título tan rimbombante una compañía estable? El director saliente nos ha resultado que además de ser un aprendiz según confesó al ser nombrado, ha tenido comportamientos poco éticos, con complicidades superiores. Pero nadie denuncia. Se irán de rositas