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Diversidad sexual y de género en los teatros

El pasado sábado 19 de octubre fui invitado a participar de la VI Xornada de Formación Pinto e Maragota 2024 del Concello de Pontevedra y la Universidade de Vigo, dirigida principalmente a docentes de primaria y secundaria, con una ponencia titulada: “El teatro, espacio seguro. Propuestas didácticas para la diversidad». Fue en el Teatro Principal de Pontevedra, entre otras conferencias y exposiciones, sumamente enriquecedoras y estimulantes, en lo que considero una cuestión, básicamente, de derechos humanos.

Me propongo aquí compartir la primera parte de mis observaciones, en las que he intentado describir el estado de la cuestión en torno a los escenarios gallegos y la diversidad sexual y de género. Sin embargo, creo que estas observaciones también se podrían extrapolar a otros territorios.

Mi experiencia como docente, perteneciente al profesorado de música y artes escénicas, en la Escuela Superior de Arte Dramático de Galicia (ESADg), desde su apertura en 2005, me hace pensar que trabajo en un espacio seguro. Sin embargo, ese espacio no es seguro porque sí, de manera inmanente, porque en él también se filtran la misoginia, la homofobia, la transfobia y, en definitiva, el machismo que provienen del contexto social. De hecho, ha habido un capítulo, en mi escuela, en el que algunas alumnas y profesoras denunciaron casos de abuso.

Mi experiencia sobre el escenario y sus alrededores también me confirma que el teatro suele ser un espacio seguro. Sin embargo, tampoco están completamente libres de violencia machista, la mayoría de las veces en un grado tan sutil que apenas lo notamos. Podríamos decir que son excepciones, tal vez sí, pero existen y son suficientemente indicativas de un desequilibrio que es necesario corregir.

LA HOMOFOBIA QUE SE FILTRA EN LOS ESCENARIOS

Empecemos, por ejemplo, por la homofobia que se vive en las calles y que también se cuela en los escenarios casi sin darnos cuenta.

En este sentido, os invito a leer un breve artículo de Juan Escalona, estudiante de la ESADg, publicado recientemente en la sección PALCOS LGBTIQ+ de la edición online en www.erreguete.gal, titulado: “Ha, ha, é gai, que gracioso” (Ja, ja, es gay, qué gracioso). Aquí tenemos un análisis de algunos recursos cómicos utilizados en los espectáculos teatrales, que pueden pasar desapercibidos, pero que, en el detalle, delatan un desprecio y una marginación de la diversidad sexual y de género.

Una reciente polémica al respecto surgió con la obra de ‘IRIBARNE’ de la Cía. ButacaZero, que está teniendo gran éxito de público y también de crítica, hasta que ê Ariel Q. Sesar, en una reseña en www.erreguete.gal, señaló su disgusto por el tono homofóbico del gag cómico al representar la figura del Dictador:

«Franco marica, Paquita. Franco travestido, parece su esposa en vez de él. He estado dándole vueltas a esto e incluso he hablado con un amigo al respecto. Este amigo opina lo mismo que yo y me ha ayudado a desarrollar lo que estaba pensando (gracias, Xandre).

Partimos de un hecho real: Franco tenía cierto “amaneramiento” y eso ha sido motivo de burla, esta sátira no la ha inventado ButacaZero. Pero lo que se propone ButacaZero, en el año 2023, es trasladar esta sátira al escenario, incluso exagerándola, acríticamente. Como recurso cómico sirve, por supuesto, para la gente cishetero, yo no me he reído. Por supuesto, hay muchas cosas por las que ridiculizar a un dictador fascista. La cuestión es que si utilizas la burla de la feminidad, estás haciendo que el público entienda la feminidad en un hombre como algo humillante, algo de lo que burlarse, por lo que no deja de ser un recurso homofóbico. Y es un recurso que está muy consolidado. Constantemente vemos imágenes como las de Putin pintado como drag. Es lo mismo. La homofobia se usa contra una persona de mierda, sí, pero sigue siendo homofobia. Todavía tenemos que (re)pensar un poco en el humor”.

LA AUSENCIA O MARGINALIZACIÓN DE ESPECTÁCULOS QUE PRESENTEN O REPRESENTEN DIVERSIDAD SEXUAL Y DE GÉNERO

También hay, en el sistema teatral gallego, y me temo que también en otros territorios, una cierta marginación o ausencia de propuestas escénicas que presenten o representen las realidades de la diversidad sexual y de género, más allá de la norma cis-hetero-patriarcal, que sigue siendo la hegemónica. La programación de espectáculos relacionados con la temática y el colectivo LGTBIQ+ suele quedar relegada al mes del Orgullo. El compañero Iván Fernández, en otro artículo de la misma sección PALCOS LGBTIQ+ de www.erreguete.gal, titulado: “Volver ás aulas” (Volver a las aulas), analizando la programación de esta temporada de otoño, en los teatros públicos municipales y en los teatros alternativos de Galicia, señala que de 221 espectáculos programados, sólo hay 5 obras con contenido abiertamente LGTBIQ+

IDENTIFICACIONES Y REPRESENTANTES

Es muy difícil crear espacios seguros, cuando en los propios escenarios, donde se supone que el teatro debe reflejar realidades o crear nuevos mundos que nos hagan abrir los ojos, quedan relegados a conflictos e historias cis-hetero-patriarcales en un porcentaje aplastante que disminuye las realidades de la diversidad sexual y de género.

Esto tiene mucho que ver con el mecanismo de identificación y empatía, fundamental para que se produzca la catarsis en el teatro. Intentaré explicarme: La espectadora y el espectador están, por lo general, sentados en una butaca en la platea o en las gradas, compartiendo el mismo espacio y el mismo tiempo que las actrices y los actores, que están en el escenario. La ficción teatral que se representa en escena, independientemente del grado de ficción/realidad (es decir, si se trata de actrices/actores que interpretan personajes de ficción o actrices/actores que actúan directamente desnudos de personajes, desde sus personas singulares), independientemente de ese grado de ficción/realidad, generarán una identificación en la recepción, a través de su caracterización y acción (ambas van juntas, porque los actos y lo que hacemos nos caracterizan, más allá de nuestra forma de movernos, vestirnos y de la apariencia externa). Esa identificación equivale a una empatía, según la cual, el espectador va viviendo y experimentando, de manera sublimada por la dramaturgia, lo mismo que sucede en escena, para llegar a la catarsis o purga, que consiste en la expulsión saludable del exceso de humores, normalmente malos humores, como fobia y piedad. Se trata, según el primer manual de dramaturgia occidental, que es la ‘POÉTICA’ de Aristóteles, de una operación basada en los mismos principios que la vacuna: inocular el virus para movilizar las autodefensas. De hecho, la teoría de la catarsis aristotélica, de orden psíquico y fisiológico, en palabras de mi maestro Jaume Melendres, es también una teoría política: “la vida social nos llena de angustia y vamos al teatro a recibir unas gotas más de esta angustia, que, al hacer desbordar el vaso, liberan y diluyen los humores que llevamos dentro al entrar al teatro y restablecen el equilibrio. Desde este punto de vista, la catarsis es una terapia que sitúa el arte teatral en el terreno de las artes destinadas a proteger la salud pública. Ésta es la única razón que justifica que el teatro tenga que estar subvencionado por las administraciones públicas”, en palabras del genial Melendres.

Desde una perspectiva muy cercana, tampoco podemos olvidar que la identificación no se limita sólo a la liberación catártica de tensiones acumuladas. También hay una identificación más sencilla que es la de encontrarnos en escena con seres similares a nosotros y con seres que actúan y representan escenas o situaciones próximas.
En estos casos, la falta de representación en los escenarios de personajes y personas, según el grado de ficción/realidad, del colectivo LGTBIQ+ no ayuda a lograr espacios seguros, porque da continuidad a la invisibilidad de la diversidad sexual y de género.
En cuanto al grado de realidad, de las personas que se ponen en escena, más allá de los personajes o desnudas de ellos, es muy necesario considerar hasta qué punto esto afecta a ese equilibrio y justicia, con respecto a la diversidad. Para ello, el movimiento portugués denominado “Casting Transfake” puede resultar ejemplar.

EL CASTING TRANSFAKE

En este breve repaso a algunas mutilaciones de la integración de la diversidad sexual y de género en el escenario, no podemos olvidar la que, en 2023, fue otra revolución portuguesa, la del “Casting Transfake”, que generó todo un debate en torno a la representatividad de las personas trans. La polémica se extendió al propio concepto y filosofía del arte de la interpretación, según el cual el trabajo de una actriz o de un actor consiste, precisamente, en representar lo que no es. De este modo, la mejor actriz o el mejor actor son aquellos capaces de interpretar a un personaje completamente alejado de su propia identidad. Sin embargo, aquí, por ejemplo, cuando un actor cis interpreta a una mujer trans, olvidamos algo muy importante en las artes vivas: cómo nos afectan las presencias y los cuerpos reales, con el archivo vital que traen consigo al escenario. Es decir, no se trata sólo de los efectos cognitivos y emocionales que plantea el dispositivo ficticio del personaje y la acción dramática, sino de cómo nos afecta la persona real que está ahí en el escenario, frente a nosotros.

Intenté recoger la descripción de los hechos que alimentaron ese debate en el artículo titulado: “Casting transfake”, que se puede leer online en www.erreguete.gal

OASIS O EXCEPCIONES EN LA PROGRAMACIÓN DE ARTES ESCÉNICAS

Podemos, sin embargo, hablar de compañías de teatro y danza, artistas e incluso algunos festivales que ofrecen espectáculos donde la diversidad sexual y de género es importante.
Me llena de orgullo que la primera compañía de mujeres abiertamente lesbianas saliera de las aulas de la ESADg, debutando profesionalmente, además, con su Trabajo de Fin de Grado: ‘PAN, PAN’ (2013). Se trata de la Cía. A Panadaría, con Areta Bolado, Ailén Kendelman y Noelia Castro.

‘ELISA Y MARCELA’ (2017) fue una de las obras más populares y es una de las más representadas en la historia del teatro gallego, creo que roza las 500 representaciones.
El teatro desenfadado y humorístico de estas tres mujeres es, sin duda, uno de los mejores y más eficaces ejemplos de normalización de la diversidad sexual y también de libertad y ruptura con los cánones del aspecto físico femenino.

En danza, Fran Sieira y su compañía, de la que forma parte una de las famosas Tanxugueiras, Aida Tarrío, y el bailarín, cantante y compositor, también muy de actualidad, Martín Modragón, Mondra, con su espectáculo ‘CEIBE’ (2024) pone en escena la cuestión del género y la tradición.

El festival CORUFEST, en la ciudad herculina, que llega a su séptima edición, está íntegramente dedicado a las artes escénicas LGTBIQ+

También podemos citar DESFOGA en Cambados, Pontevedra.

Luego están también otras compañías y artistas con propuestas muy importantes, pero que son menos visibles porque, como he explicado brevemente, compiten con la programación abrumadoramente mayoritaria cis-hetero-patriarcal de nuestras salas públicas.

Sobre estas otras propuestas, con motivo del mes del Orgullo, a petición del sindicato CIG-Esino, preparé un informe que podéis consultar online, titulado: “Universo LGBTIQ+ nas artes escénicas galegas actuáis”. También se puede ver en vídeo en el canal de Youtube de CIG-Ensino.

Éste sería, a mi entender, el estado de la cuestión en lo que respecta a los escenarios gallegos y a la presencia en ellos de la diversidad sexual y de género. Pero me temo que se podría hacer extensivo a otros territorios.


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