Foro fugaz

Detener el tiempo

Sueño difícil de alcanzar, pues fluye como un río:
¡Cómo de entre mis manos te resbalas!
¡Oh, cómo te deslizas edad mía!
¡qué mudos pasos traes, oh muerte fría,
pues con callado pie todo lo igualas! (Quevedo)

Y sin embargo, el tiempo parece detenerse ante el espejismo de una obra humana. Pongo ejemplos, empiezo por el que más me conmueve por menor y cotidiano:

-Una receta de cocina. El platillo que se cocinaba hace 100, 200 años o más, puede revivir para una cena familiar que nos trae el olor-sabor de la tierra, así como revive el legado de Prometeo: el fuego sagrado y urbano. Cocinas orientales que viajan, prosperan y cobran vida al conjuro de unas manos sabias. Productos de la civilización que rompen la barrera del tiempo y son vigentes, aquí y ahora. Sabores, olores, texturas que llegan hasta nosotros como si hubieran quedado atrapadas en una página manuscrita, la receta.

-La fotografía, que inspira una nostalgia moderada desde el momento en que la encontramos, todo tiempo pasado fue mejor parece decirnos. Cualquier retrato es ya el síntoma de un cambio. La fotografía ha detenido el tiempo porque cada imagen representa la edad que se fue, una muerte moderada: ahí estuvimos aunque ya no estemos.

-Esta sensación se agudiza con la pintura, porque hay cuadros que contienen a un ser vivo, en especial cuando se tiene la potencia de Velásquez, o el poderío de El Greco, (Domínikos Theotokópulos) cretense afincado en Toledo. La pintura es un reto a cronos, eso lo refleja muy bien el cuadro Las Meninas, en donde el tiempo es el personaje principal, y nosotros los testigos de un desafío único: mostrar el presente y el futuro en un cuadro del pasado. Los pasos acelerados de un turista no se benefician de esta puerta, ni siquiera cuando le toman una fotografía a un cuadro, pero en el silencio de una galería el tiempo reposa.

-Las obras de teatro que parecen detenerlo con su presente absoluto. Hamlet, Edipo, Segismundo, Antígona, Casandra, Fausto, Don Juan… personajes que aparecen vivificados cuando se inicia la obra. El teatro, ese genial invento de los griegos, continúa abriéndonos espacios interiores a pesar de todas las tecnologías de la imagen. En la escena se revive una magia primitiva y humana, el doble.

-Las partituras, sonidos estampados en el papel a la espera de un intérprete. El piano abre la puerta de la creación de Beethoven, las notas del órgano reanudan los días de Bach, el violín y su embrujo viven a través del arco y la cuerda, hoy-aquí, estridencia domada por la disciplina para humanizarnos. La orquesta, la gran orquesta, el coro, el majestuoso oratorio, voces que se derraman en diferentes realidades aunque a nosotros nos parezca estático. Las misas solemnes, los himnos a la vida, los réquiems que nos recuerdan la misa final, puro tiempo detenido hasta que como un milagro aparece el intérprete.

-Los libros… los benditos libros que nos hablan de la creación, de viajes, de personajes… La lista es larga, y tiene recursos, por eso Proust puede lanzarse en una epopeya burguesa En busca del tiempo perdido (Á la recherche du temps perdu). La palabra, la poesía, el canto y allá vamos. La especie humana ha tenido desde du aparición conciencia del tiempo y desde entonces ha encontrado la manera de retenerlo en la creación.

Tú que vas por el mundo derramando – desperdiciando tus días, recuerda que en el umbral de una sala de concierto, de una sala de teatro, de una exposición, de un museo, en la portada de un libro, entras a un tiempo diferente que te hará más complejo, más rico, más humano cuando recuperes tu ritmo cotidiano.


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