El hermano díscolo
En Castilla la Mancha, tirando hacia hacía el sur, en Almagro, ha pasado la reciente edición del 24 Festival Iberoamericano de Teatro Contemporáneo. Ya 24 años de existencia… Este último año ha sido casi más un acto de supervivencia.
Sin ningún apoyo oficial importante este Festival que es como si fuera el hermano menor y díscolo del Festival de Teatro Clásico, es tratado por las autoridades que detentan los dineros para la cultura como un hermano bastardo. Existe, todavía, por el tesón y la tenacidad de sus gestores Luis Molina y Elena Schaposnik, que sumando su pasión incansable por el hecho teatral contemporáneo lo sacan adelante año tras año.
El público de Almagro y algunos pueblos de alrededor lo agradecen y lo confirman con su asistencia, en ocasiones forman grupos que vienen de pequeñas localidades manchegas.
En esta edición se homenajeaba al Ateneo de Almagro, por cumplir en el 2024 sus 25 años de fundación; la del año pasado estuvo dedicada a la memoria de Guillermo Heras, importante hombre de teatro madrileño fallecido recientemente. El próximo año será para conmemorar los cincuenta años del CELCIT (Centro Latinoamericano de Creación e Investigación Teatral) que se mantiene activo gracias a sus dos sedes, la de Buenos Aires y la de Almagro.
“El Centro Laboratorio La Veleta” ofrece las representaciones en su pequeña sala para 70 espectadores. Allí está la oficina del CELCIT y allí suceden las funciones de los grupos del Festival, además de en El Corral de Comedias y en el Teatro Municipal de Almagro.
Facilita el intercambio de ideas durante el evento el hecho de que La Veleta tiene espacio para talleres, cocina y habitaciones para que convivan algunas de las compañías que acuden. Este año se presentaron compañías de Valencia, Madrid, Cantabria, Castilla La Mancha, Brasil, Cuba, Perú y Venezuela.
En las tres salas arriba mencionadas pasaron las representaciones de:
Imprebis: “Hoy no estrenamos”
La Machina Teatro: “Ecos de fango” y la obra para niños “Seúl está muy lejos”
Teatro Itinerante de Venezuela: “La secreta obscenidad de cada día”
La Maquina Teatro: “Una lluvia irlandesa”
Umbra Teatro: “Dios te salve cómico”
Elio Palencia: “Timón of (f) Caracas”
Luis Molina y Soledad Rue: “Canciones y poemas de amor”
Bichos de Luz: “El circo de la fantasía” para público infantil.
Hernán Gené: “Tsunami”
Julia Notari: “Selva”
Doble Sentido: “El cerco de Leningrado”. Y homenaje a su autor José Sanchis Sinisterra
Baraka Teatro y el Colectivo Bardo del Perú: “La selva de Miranda”. Y
Galiano 108: “Lorca en Cuba”.
Generalizando un poco podría decirse que las obras se ocupaban o de aspectos de las realidades sociales o de inquietudes existenciales que atañen al público y a los artistas es decir a los ciudadanos y ciudadanas. En la parrilla de este Festival hay teatro para todos los gustos. Yo sugeriría, si se ponen cerca, porque valen mucho la pena, no perderse “Hoy no estrenamos” de Imprebis de Valencia, “La selva de Miranda” por Baraka Teatro con el Colectivo Bardo del Perú y “Tsunami” de Hernan Gené.
CONFLUENCIA
Tienen los gestores del Festival una ya larga y cualificada experiencia; son ideales las instalaciones de “La Veleta”, y sobre todo la cantidad importante de grupos y compañías no muy grandes que requieren espacios para presentarse: las autoridades de la cultura deberían tener en cuenta la confluencia de esos tres aspectos y dar un apoyo más decidido y comprometerse con este Festival, el público manchego lo agradecerá.
En conversaciones con gentes del público o aguzando el oído y sobre todo con los creadores de los espectáculos, este cronista, que también es un hombre de teatro en activo, pudo destilar algunas reflexiones sobre nuestra profesión que se antojan beneficiosas y aquí exponen. Sostenía alguna actriz que al público no hay que avasallarlo con genialidades, ni empequeñecerlo, que hay que tratarlo de igual a igual entre personas que acuden a una cita común, unos arriba del escenario y otros abajo, un par de horas antes y un par de horas después de terminada la obra volvemos a estar en el mismo plano, viandantes. Otro hablando sobre la hondura recomendable en el arte, “no hace falta que las escenas te den una respuesta evidente de su significado (o única) pero tampoco vale que te den respuestas equivocadas o indescifrables. Teatro que te haga pensar, sí, claro, pero sin que te duela la cabeza.” Otro, los actores son siempre los que se echan la obra a la espalda y la sacan adelante.
De estas y otras conversaciones, en este festival pequeño, aprendo algo grande para mi trabajo teatral, a escribir crónicas no sé si aprendo… A los directores nos viene bien, en beneficio del espectáculo, un punto de generosidad a la hora de desprendernos a tiempo de nuestros hallazgos, porque al abusar de ellos; es decir, al repetirlos varias veces, aunque nos parezcan fantásticos, se vuelven pesados, impiden el fluir “natural” de la obra o de la historia que cuenta, inclusive si es una representación que carece de argumento. Puede ser por eso que muchas veces nos vamos del teatro pensando, sí era buena, pero le sobraba un cuarto de hora.