Foro fugaz

Cuando la AI nos alcance

Seamos optimistas: con la Inteligencia Artificial se abren muchas posibilidades para la creación teatral. A los dramaturgos jóvenes les inspirará, a los directores les dará orientaciones de audacia, a los creadores escenográficos le abrirá nuevos horizontes, a los iluminadores y creadores de vestuario les dará luz e historia; así podrá ser un compañero indispensable para las futuras creaciones con bajos recursos.

Pero, ¿a los actores? En este caso podría proponer estímulos y ejemplos, planes de trabajo y de disciplina, y hasta formas de entonación… En suma un asistente leal, ¿leal?

Aquí empiezan a morderme las dudas. Esta maravilla, estas promesas, tal vez fueron las que sedujeron a Fausto para invocar a Mefistófeles que empezó como su asistente y terminó como su dueño y señor. La entrega del alma, firmada con sangre, ¿no podría ser nuestra dependencia a un instrumento que en lugar de incrementar nuestra creatividad la substituya? ¿Cuándo veremos a un robot convertido en un actor más disciplinado, más dúctil, más expresivo? Perdón, ¿más expresivo? Sí o no… Y si fuera Sí y no.

Casi tengo la tentación de pedirle a la Inteligencia Artificial que siga escribiendo este artículo, ¿se daría cuenta el lector? Será mejor que lo que estoy escribiendo, o simplemente seguirá la pauta de mis limitaciones. No lo sé.

Sigo. Gordon Craig, un innovador del teatro inglés del siglo pasado, imaginó una escena en donde la acción fuera llevada por grandes marionetas, pues chocaba con el ego y limitaciones de los actores humanos. Esta idea fue seguida por el grupo Bread & Puppet Theater de Estados Unidos o el Handsprint Puppet Company de Sudáfrica que quisieron quitar la preponderancia del actor en el escenario para convertir a las marionetas en soldados a la orden de un director.

¿Qué pasará si ahora un actor fuera substituido por un robot en escena?

La palabra misma robot es de origen teatral. Surge de la obra de Karel Capek R.U.R, en donde los robots se convierten en una plaga que extermina a la humanidad. Su paroxismo llega en la película Blade Runner en donde los replicantes son una copia exacta de un humano, pero con mayores recursos y tal vez más efectivos. ¿Nos dirigimos hacia ese punto? Quiero pensar en esa copia exacta al servicio de un director, pero ¿el ‘replicante’ acaso tenga un acceso de vanidad después de una noche de éxito en el escenario? No lo sé, pero ahora surgen las dudas, ¿qué pasaría con el gremio, con los actores humanos? No tengo respuesta.

A continuación un ejemplo real, no sacado de la ciencia ficción. Los actores de doblaje en Francia piden que se regule el uso de la IA en las producciones actuales, y exigen pago por derecho de voz cuando utilicen réplicas de su tono de voz. Para eso manifestaron en París el pasado mes de diciembre, para exigir que su voz no sea utilizada o reemplazada por la Inteligencia Artificial. La voz parecía algo inimitable, ahora descubrimos que no lo es. Se pueden hacer producciones radiofónicas con voces proporcionadas por la inteligencia artificial, voces que pueden ser moduladas al gusto del director. Se puede hacer doblaje, y se pueden hacer videos con modelos animados semejantes a los actores.

El problema de las voces y el aprendizaje que realiza la Inteligencia Artificial es real. Aunque se prohíba en Francia, puede realizarse en cualquier lugar del mundo y entrar las producciones al país con voces ya dobladas. La propia IA propone una coexistencia entre ambas posibilidades, la humana y la robótica, pero a largo plazo puede perder la realidad humana con miles de pérdidas de empleos, pensando solamente en Francia, en el mundo serían millones de voces sustituidas e interpretadas por las voces artificiales, sin mucho menoscabo de la calidad. Finalmente el público se acostumbra a lo que le ofrecen, y las compañías productoras apuestan a bajar los costos drásticamente.

¿Aliada o enemiga? No lo sabemos, pero la irrupción de la AI en los campos estrictamente humanos, como la medicina, la legislación, la investigación y un gran etc. nos hace pensar en esta evolución para las artes escénicas. Por lo pronto los actores de doblaje insisten: “Un robo de voz, es un robo del alma…”

Y medítelo, ya estamos rodeados de actividades dirigidas por robots y por la Inteligencia Artificial. No me creen, vaya simplemente a Google Maps para que se den una idea de cómo funciona. Y eso es lo más modesto y cotidiano.

París, enero de 2025


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