Manifiesto para pedir el regreso del cortometraje a las salas comerciales
El jurado de la 7ª Mostra de Curtmetratges de Vilafranca aprovechó la clausura del certamen para reivindicar con un manifiesto público el regreso de los cortometrajes a las salas comerciales. El periodista y crítico de cine Quim Casas, el realizador Lluís Maria Güell, el productor Paco Poch y el montador Anastasi Rinos han firmado este manifiesto tras constatar que los cortos «no tienen la distribución que se merecen» pese a «encontrarnos en un momento especialmente bueno» en lo que se refiere a la calidad de los trabajos en pequeño formato. El manifiesto es una iniciativa de los cinco miembros del jurado de la muestra después de constatar „la alta calidad de los trabajos» que se han exhibido del 15 al 23 de noviembre en Vilafranca del Penedès (Barcelona) así como en otros certámenes similares. Los autores del manifiesto invitan a todos los colectivos implicados a abrir un debate para conseguir la difusión normalizada del cortometraje y esperan organizar nuevas acciones para lograr este objetivo.
En la misma sesión de clausura de entregaron los premios de la Mostra de Curtmetratges de Vilafranca. «El método», de los directores vascos Haritz Zubillaga y José A. Pérez, ha ganado el Premio del Jurado, dotado con 2.000 euros. «Nada que perder», del director Rafa Russo, ha obtenido el Premio del Público, otorgado por votación popular y dotado con 1.600 euros. La Sección de Animación ha galardonado con 750 euros el trabajo «Smoke City», de Edu Martín y Mario Tarradas. Por su parte, la sección videográfica Pantalla Abierta ha premiado el corto «Baldosas», del realizador catalán Marc Andrès.
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Manifiesto de Vilafranca en favor del cortometraje
Tras visionar y valorar la alta calidad de los trabajos presentados en la 7ª Mostra de Curtmetratges de Vilafranca, tanto en la Selección Oficial como en la Sección de Animación, el jurado de este certamen, formado por Quim Casas, Lluís Maria Güell, Paco Poch y Anastasi Rinos, manifestamos:
1. La evidencia de encontrarnos en un momento especialmente bueno en lo que se refiere a la calidad de los cortometrajes. Esto se hace evidente tanto en certámenes como esta Mostra de Curtmetratges de Vilafranca como en otros festivales que se organizan en Cataluña: Curt-Ficcions y L’Alternativa (Barcelona), Festival de Sitges, Filmets (Badalona), Animac (Lleida), Cerdanyola del Vallès, Rubí, Tarragona o Reus. Experiencias como las de Canal +, Televisió de Catalunya o la Xarxa de Televisions Locals (XTVL) también demuestran que la televisión puede y debe ser un canal para difundir con normalidad los cortos.
2. La evidencia, también, de que todas estas iniciativas son buenas aunque insuficientes para hacer salir al cortometraje de una especie de «ghetto» que impide que los trabajos de pequeño formato tengan la distribución que se merecen.
3. La necesidad de que los cortometrajes retornen a las salas comerciales de cine para recuperar el destino para el cual fueron concebidos. Esto implica especialmente a los cines que exhiben películas en versión original.
4. La recomendación que, para facilitar esta exhibición comercial, los cortos no superen los 11 minutos de duración.
5. La demanda que la administración establezca fórmulas para que las salas comerciales reciban algún tipus de ayuda o beneficio por el hecho de exhibir cortometrajes en sus sesiones. Esto se debería hacer viable mediante el diálogo entre exhibidores y la administración a través del Instituto de la Cinematografía y de las Artes Audiovisuales (ICAA), el Instituto Catalán de las Industrias Culturales (ICIC), las facultades de Comunicación Audiovisual y el resto de agentes implicados en la industria del cine y del cortometraje.
6. La constatación de que con todas estas medidas, así como con otras que esperamos que surjan, los festivales de cortometrajes se convertiran en auténticas plataformas para impulsar la distribución pública y normalizada de corto, sin perder su carácter indiscutible de descubridores de nuevas vías de expresión cinematográfica y de nuevos talentos.
Vilafranca del Penedès, 23 de noviembre de 2002