‘Cara de Plata’ de Valle-Inclán en el Centro Dramático Nacional
Un texto «poético, vigoroso y arriesgado». Así ha definido Gerardo Vera, director del Centro Dramático Nacional (CDN), ‘Cara de Plata’, de Ramón María del Valle Inclán, el nuevo montaje que acogerá el teatro María Guerrero desde hoy 13 de enero al 20 de febrero bajo la dirección escénica de Ramón Simó. Simó, que reconoció que Valle Inclán sigue actualmente siendo un «autor poco representado», explicó que esta función ha supuesto para él, acostumbrado a la dirección de textos contemporáneos, una «aventura especial». El responsable escénico recordó que esta obra la escribió Valle como prólogo a sus dos comedias bárbaras realizadas anteriormente, ‘Águila de Blasón’ (1906) y ‘Romance de lobos’ (1907).
«Intento abordar un texto clásico como si no supiera nada del autor y esto me permite proporcionar el espectador una mirada contemporánea y teatral, no filológica», dijo Simó. Concretamente esta obra posee, según el director, una «estructura avanzada y actual».
Simó elogió la «agilidad» de Valle Inclán para ir contando la historia de la obra a base de pequeños fragmentos y miradas. En ella se observa la Galicia rural de finales del siglo XIX y se cuentan los privilegios de los que goza la familia Montenegro haciendo valer sobre el pueblo sus antiguos derechos.
A este respecto tres son los grandes temas que, según Ramón Simó, aborda el autor en esta obra, a quien calificó como «simbolista de última generación»: la miseria del poder, la mentira de la religión y la imposibilidad de los personajes de enfrentarse a sus propias pasiones. Valle Inclán se muestra, sin embargo, muy «crítico» ya que «entra en el alma de un pueblo que no tiene fuerza ni valentía para rebelarse y que muestra sus contradicciones, es decir, la puerta del esperpento», agregó.
Asimismo, el director de escena se refirió al trabajo realizado con el elenco de actores (un total de 24 entre los que sobresalen Jesús Noguero, Chete Lera, Bárbara Goenaga y Lucía Quintana) centrado en no renunciar a la mezcla de géneros que propone el autor.
Todos ellos coincidieron en señalar el «grado de energía innovador» y el encuentro «fecundo y agradable» que ha supuesto la presencia de Simó en este proyecto.
La escenografía de esta producción, realizada por Christoph Schübiger, sugiere un espacio «vivo y que se mueve» y se apoya en una serie de proyecciones que actúan a modo de «signos» que dan pistas al espectador. El vestuario, obra de María Araujo, rememora el estilo de la Galicia de finales del siglo XIX en donde el negro era el color de las clases adineradas y el siena el del pueblo llano. Joan Alavedra es el responsable de la música que ahonda en las raíces gallegas pero con otro contexto tímbrico.