Txalo estrena ‘El hombre de los dados’ de Luke Rhinehart
La formación donostiarra Txalo y el director Ramón Barea han vuelto a reunirse para levantar un nuevo proyecto: llevar a escena la exitosa novela El hombre de los dados del siquiatra americano Luke Rhinehart cuya filosofía tiene auténticos seguidores que se podrá ver los días 3 y 4 de noviembre en el Teatro Barakaldo. La historia que cuenta tiene como protagonista a un curioso tipo que comparte nombre y profesión con el autor del libro, que reside en Manhattan junto a su esposa Lil. Pero está aburrido, no le encuentra sentido a nada hasta que en un momento de absoluta lucidez encuentra en unos dados el camino a la liberación de su crisis. En adelante, todas las decisiones de su vida y de sus pacientes vendrán marcadas por el aleatorio dictado de los dados.
La mente y sus recovecos
El espectáculo que ahora estrena Txalo parte de dicho original –existe una secuela titulada La casa de los dados, que ha sido escenificada en Inglaterra– para lo que ha sido necesario realizar una adaptación difícil porque, según explica el director, tiene una estructura de novela muy extraña, con muchas situaciones, muchos personajes y lugares, lo cual al mismo tiempo, a Barea le resultaba tentador, ya que le daba la libertad para resolver la estructura de teatro.
Para ello, ha cogido de la novela los hilos y las tramas que le interesaban para elaborar un discurso más cercano a la actualidad. “No estamos en época de abrazar lemas como el ‘haz el amor y no la guerra’ o ‘sexo droga y rock&roll’ y demás referencias hippies a las que ésta alude, pero sí vivimos, y eso es permanente, una época de crísis de identidad, de búsqueda de la felicidad, de la conformidad con uno mismo, de la tranquilidad moral y ética”. En opinión del director, uno llega a cualquier lugar y se encuentra con carteles que anuncian cursos de tai-chi, yoga y pilates. Donde antes había videoclubs ahora hay herboristerías y masajistas exóticos, lo cual a su juicio, es síntoma de que debemos estar un tanto desorientados. Y es que Barea reconoce que la mente y sus recovecos le inquietan. Hace años, también con Txalo, estrenó El hombre que confundió a su mujer con un sombrero, sobre una serie de estudios del neurólogo Oliver Sacks, mientras que ahora ha adaptado la novela escrita por un siquiatra. “Me interesa el tema. Pero El hombre de los dados está más volcada a la comedia, una comedia que contiene elementos realistas e ideas. No es puro juego. Es una historia antisiquiátrica, de ruptura con la doctrina oficial”.
Un payaso urbano Según Barea, Luke Rhinehart, el autor, juega con la crisis personal como corazón de su historia, la pérdida del “yo”, pero lo hace huyendo de la siquiatría ortodoxa, lo hace jugando incluso contra el sentido común. El protagonista piensa en una idea clave que es que al formar parte de una sociedad poliédrica llena de caras y posibilidades, por qué nos empeñamos en ser siempre idénticos a nosotros mismos. “Ése es el lío que se trae. Cuando la sociedad es tramposa, mentirosa, por qué sufrir queriendo ser moral, justo. Así se inventa esa idea de que los dados sean el motor de sus acciones, con lo que tiene ello de maravilloso, a veces, y otras de disparate. El protagonista es a veces una especie de payaso urbano, moderno, que al público le divierte por lo que tiene de infractor, de atreverse a hacer lo que no se atreve el ser humano normal. No obstante, también tiene esa faceta trágica, que el público pondrá en cuestión. Luke es un héroe contradictorio. Es un simpático infractor, pero también un peligroso infractor”. Por ello, su intención es que el espectador se quede con las acciones de este hombre en la cabeza y las analice porque, asegura, “el juego es tentador”.
Debido a lo extenso de la novela de Luke Rhinehart y la multitud de tramas que contiene, la propuesta realizada por Barea da como resultado lo que podría calificarse como una “comedia frenética” con cuarenta escenas estructuradas de forma un tanto cinematográfica y dispuestas a modo de flash back. Así, gracias a una escenografía dividida en dos espacios calcados, al fondo de uno de los cuales se sitúa una pantalla cuyas imágenes permiten pasar rápidamente por la multitud de espacios en los que transcurre la acción, de la consulta del siquiatra a la casa del protagonista y de ahí a un restaurante chino. Además, de los siete actores que participan –Mikel Losada, Irene Bau, Begoña Bilbao, Juanlu Escudero, Kike Gago, Concha Milla y Jorge Carrero– seis se desdoblan constantemente para la treintena de personajes, “de seres divertidamente atormentados que buscan desesperadamente la felicidad, o al menos eso creen”.