Estrenos

El CDN rescata «De repente el último verano», de T. Williams

El Centro Dramático Nacional ha rescatado «De repente el último verano», una de las obras más complejas y poéticas de Tennessee Williams y que apenas ha sido representada en España, en un montaje dirigido por José Luis Sáiz y que se estrenará mañana en la sala Francisco Nieva del Teatro Valle-Inclán de Madrid. Mariano Alameda, Susi Sánchez y Olivia Molina forman parte del equipo de nueve actores que llevan a escena este texto que el dramaturgo estadounidense estrenó en Nueva York en 1958 y que un año más tarde fue llevado al cine, en una película de Joseph L. Mankiewicz protagonizada por Liz Taylor, Katharine Hepburn y Montgomery Clift.
La censura franquista impidió que la obra y la película llegaran en aquella época a España. De hecho el director del Centro Dramático Nacional, Gerardo Vera, explicaba hoy en la presentación que sólo recuerda un montaje en España de este texto, dirigido por José Carlos Plaza en los primeros años de la Democracia. Ahora lo hace en una producción que estará desde mañana y hasta el próximo 11 de junio en la sala Francisco Nieva del Teatro Valle-Inclán, la nueva sede del Centro Dramático Nacional en el barrio madrileño de Lavapiés.
José Luis Sáiz apuntaba hoy que hubo muchos motivos por los que la obra no pudo pasar la censura franquista. «Es una obra con muchísimas lecturas, no es fácil ni de interpretar ni de ver, es tremendamente incómoda porque demuestra que todos somos ángeles y monstruos a la vez».
El protagonista de la obra ambientada en Nueva Orleans es un personaje que no aparece en ella: Sebastián, un hombre culto y de clase alta que al cumplir sus cuarenta años viaja al sur de Europa -posiblemente a España- con la intención de quitarse todas las máscaras, un itinerario que le llevará a encontrar la muerte en una playa con su mismo nombre.
A consecuencia de su violenta muerte, su prima Catalina Holly (que interpreta la hija de Angela Molina) sufre un trauma, que su tía Violeta Venable (Susi Sánchez), una dama de la alta burguesía, trata de eliminar poniéndola en manos del doctor John Cukrowick (Mariano Alameda) y sometiéndola a una nueva técnica quirúrgica que elimina del cerebro los recuerdos tortuosos.
Pero el médico descubrirá que el remedio no será un tratamiento basado en esquivar la realidad, sino en el enfrentamiento con la verdad de la historia de Sebastián.
Con música de Suso Sáiz y escenografía de Richard Cenier, José Luiz Sáiz dice haber comenzado el montaje de «De repente el último verano» teniendo en cuenta las peculiaridades de la sala en la va a ser representada, con capacidad para 123 espectadores. «El público casi forma parte del decorado de la obra, los espectadores son casi actores, es una experiencia fuerte para los actores y para el público, pero yo creo que el teatro no es un placebo, tiene otra misión, por eso a unos les va a gustar y a otros no».
La búsqueda de la verdad y de la juventud, las redes invisibles con las que las madres tratan de atrapar a sus hijos, la pedofilia o el canibalismo forman parte de esta obra de «mil capas» y que Tennessee Williams (1911-1983) escribió después de la muerte de su padre y de haberse sometido a un proceso de psicoanálisis.
Con ella el autor estadounidense, uno de los grandes dramaturgos del siglo XX, dio un giro a su escritura, la llenó de referencias a la mitología clásica europea y de simbolismo, algo que el director ha tratado de captar en su montaje sobre un texto que define como «un canto desesperado al amor y a la muerte, un cuento de terror a plena luz del día».


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