La Compañía de Teatro el Lunar, estrenará la segunda parte de la trilogía Náufragos de la Memoria con la obra «La mano inocente» de Jorge Díaz, bajo la dirección de Pablo Krögh e interpretada por Sergio Schmied y Andrés García. El estreno se realizará el día miércoles 14 de noviembre en la sala uno de la Universdad Finis Térrae, en Providencia, Santiago de Chile. “La mano inocente”, corresponde a la segunda parte de la Trilogía “Náufragos de la Memoria (Proyecto Fondart de excelencia 2006) de Jorge Díaz. Ésta es la historia de un hombre que en el pasado, ha sido obligado a asumir el rol de verdugo para defender ideologías que no le son propias, utilizando como estrategia el terror y la cosificación de sus víctimas, hasta que un día decide revelarse de sus superiores (o antes superiores), sin saber que todo lo que creía tener bajo control, se le escapa de las manos, cayendo en su propia trampa.
La Trilogía escénica, “Náufragos de la Memoria” de Jorge Díaz e interpretada por la Compañía de Teatro El Lunar dirigida por Pablo Krögh, incluye las obras “PÁJAROS EN LA TORMENTA (estrenada en enero del presenta año del XIV Festival Internacional de Teatro Santiago a Mil), “LA MANO INOCENTE” (próximo estreno 11 de octubre, Sala Uno, Finis Terrae) y “EXIT” ( se estrenará en enero de 2008), pretende ser una reflexión dramática sobre el olvido y la memoria.
Después de una conmoción histórica como fue la dictadura, tanto el olvido como la memoria resultan dolorosos y emocionalmente perturbadores. El olvido impuesto por la sociedad o por una actitud inconsciente y la memoria, tanto la memoria autoflagelante culposa como la memoria compartida son procesos comunitarios que van a suponer siempre un desgarro porque supone ahondar heridas o, eventualmente, cerrarlas.
La Compañía El Lunar intenta aproximarse a la mirada del represor, a la mirada de la víctima y también a la mirada del que no sabe si es represor o víctima, y así, a través del teatro, recrear una atmósfera, un recuerdo en medio de la niebla, sin pretender hacer historia, decir la última palabra. En el mejor de los casos, hacer una reflexión personal, íntima, no manipulada, sino abierta a las interpretaciones.
