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Factoría estrena ‘Hamlet, por poner un ejemplo’ dirigido por Mariano Llorente

La veterana compañía madrileña Factoría Teatro estrena su última producción Hamlet, por poner un ejemplo, escrito y dirigido por Mariano Llorente, en el Teatro Galileo el próximo martes 13 de mayo, y estará en cartelera hasta el 1 de junio. Hamlet, por poner un ejemplo es un espectáculo que, desde los personajes del universal drama de Shakespeare, pone su mirada, con los ojos abiertos como platos, en el mundo que nos rodea, presto para golpear inclemente aquello que nos cabrea y celebrar lo que nos hace felices.
Factoría Teatro es una compañía asidua de los escenarios madrileños. Sus últimas producciones para público adulto, Que nos quiten lo bailao y Pulsión han estado programadas en la Sala Cuarta Pared, siempre con gran acogida de crítica y público. Y sus trabajos para el público infantil y familiar, como Pinocho, El príncipe Verdemar o El cuento de le lechera han hecho temporada en teatros como el Infanta Isabel o el Gran Vía. Ahora vuelven con Hamlet, por poner un ejemplo a la cartelera madrileña, un espectáculo en el que vuelcan su doble pasión por lo clásico y lo contemporáneo, aunando en una propuesta escénica a dos autores por los que se sienten fascinados: William Shakespeare y Mariano Llorente, autor de textos como Todas las palabras, Jocoserias y Nadie canta en ningún sitio, éste último galardonado con el Premio Lázaro Carreter de Literatura Dramática 2005.
En un escenario de cualquier sitio, de cualquier teatro, convenientemente decorado para la ocasión de formas palaciegas, cuatro personajes barrocamente ataviados nos producirán la inmediata impresión de estar en Elsinor, Dinamarca, y ante el formidable drama de Shakespeare. Huele a Hamlet por todas partes. Algo huele a podrido. Apesta a teatro clásico. Los actores que conforman este cuarteto disonante e inarmónico son a veces personajes que se asemejan a Ofelia, a Claudio, a Gertrudis, a Hamlet. Y, al mismo tiempo, en el mismo plano, estos cuatro actores conforman una banda de pueblo enloquecida y banal. No son más agudos en su análisis de las cosas que lo que puedan ser unos tipos que “arreglan el mundo” en torno a unas cañas en la barra de un bar. Todo ello conforma un retablo viejo donde estampar salivazos de indignación y manchurrones de la chirriante actualidad.


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