Estrenos

Gaitzerdi estrena ‘Paisaje con Argonautas’ en su vigésimo aniversario

Con motivo de sus 20 años de historia y dentro de la programación de la décima edición del BAD 08, la Compañía Gaitzerdi Teatro presentará una jornada de actividades a través de las cuales se realizará un recorrido por la historia de la Compañía, que además estrena el día 29 de octubre ‘Paisaje con Argonautas’ de Heiner Müller bajo la dirección de Borja Ruiz. Junto a éste, el festival acogerá esta semana los estrenos de Aborigine y Gabi Ocina. Bajo la denominación de Kabia, se ha abierto un espacio de investigación dramática con intención de crear una estructura estable dedicada a la investigación teórica y práctica del hecho teatral, la formación constante y la producción paulatina de trabajos de interior, que se inicia con la puesta en escena de Paisaje con argonautas de Heiner Müller. Protagonizado por Juana Lor y dirigido por Borja Ruiz, parten de este breve texto del dramaturgo alemán aprovechándose de la potencia de su planteamiento visual de la palabra “donde una especie de personaje va describiendo los paisajes con los que se va encontrando, todos con la misma constante de destrucción, de putrefacción, de degradación, que al fin y al cabo es la historia del ser humano y su incapacidad para poder recomponer sus propias acciones, una reflexión sobre el progreso ficticio en el que vivimos” y con el afán de replantearlo en escena, “no tanto de representarlo, sino de recrearlo”, puntualiza el director.
Uno de los aspectos más innovadores de la puesta en escena es la utilización de la lengua de signos como herramienta dramática, construyendo la acción física, un movimiento coreografiado que acompaña a la palabra a diferentes niveles, es decir, traduciendo lo que dice el texto en unas ocasiones mientras que en otras es una interpretación subtextual o bien una idea nueva. En palabras de Borja Ruiz, “la lengua de signos trabaja dos elementos fundamentales en el teatro, como son el ritmo y el espacio. A primera vista uno puede tener la idea de que son un lenguaje icónico puro, pero está condicionado por esos dos factores. Son como títeres de manos y es desde ahí, desde ese aspecto dramático desde donde parte nuestra investigación, porque el texto de Müller es muy ambiguo”. Un tercer pilar sería la música en directo a cargo de Iñigo Olazabal, “no tanto como acompañamiento sino como vehículo con el que articular la historia, con un diálogo –en el sentido oriental– entre actriz y músico”, mientras que el espacio escénico se divide en tres partes: el del músico “en un claro efecto de distanciamiento”, el del teatro ficticio “donde se desarrolla el texto y se reflejan los diferentes paisajes de la obra que son lumínicos”, junto a un tercero “tangencial al anterior, donde la actriz pueda explicar poéticamente eso que ocurre. Es una especie de teatro intermedio, entre el espectador y el texto de Müller, porque éste último puede resultar un jeroglífico hermético. Nos interesaba no trascendentalizar mucho a Müller porque también tiene ese punto cotidiano, salvaje”.

Vigésimo aniversario
El estreno de ‘Paisaje con Argonautas’ se enmarca dentro de las actividades de celebración del vigésimo aniversario de la compañía, que tienen como finalidad poder ofrecer un mayor conocimiento interno de la Compañía, mostrar sus creaciones más recientes y las áreas internas de trabajo.

El programa incluye los siguientes actos:
* Charla-conferencia de Kepa Ibarra, miembro fundador y director artístico de Gaitzerdi, sobre los orígenes de la Compañía.
* Estreno de «Paisaje con Argonautas», un montaje de KABIA, espacio de Investigación Dramática creado por Gaitzerdi.
* Presentación y proyección de un DVD editado para la ocasión y que ofrecerá un recorrido visual por la trayectoria de la Compañía.
* Fiesta-celebración en le Kafe Antzokia de Bilbao a la que serán invitadas todas aquellas personas que a lo largo de los años han aportado su granito de arena para que el proyecto de GAITZERDI TEATRO siguiera a delante.

Más estrenos
Y mientras unos cumplen veinte años, otros nacen. Es el caso de la compañía Aborigine, formada por Peru C. Saban y Marisa Lafuente, que se presentan en el BAD con el estreno de su primer trabajo como compañía, El desbordamiento, obra que según manifiesta Lafuente, autora y directora del mismo, surge de la necesidad de responder de una manera lúdica, íntima y profunda a la realidad del ser humano actual y cuya clave central es aquella a la que alude el título. Desbordar la estructura de composición dramática, desbordar la imagen de los actores en la escena, desbordar el tiempo escénico a través del espacio escénico y de un espacio sonoro atemporales, desbordar el diálogo con los espectadores, basado en que compartimos ambas partes el mismo tiempo: estamos aquí juntos, ahora, en este mismo momento. “Todo surge de la idea de que estamos muy lejos de nosotros mismos, de la naturaleza, de tratar de saber hacia dónde nos dirigimos y plantearnos hasta dónde estamos dispuestos a aguantar con esta forma de vida que tenemos en occidente, tan alejada de nuestras necesidades vitales. Sólo hay que fijarse en la gran cantidad de personas que se encuentran realmente mal en este mundo de comodidades y riqueza: tratamientos sicológicos, depresiones… No tenemos respuesta ni veredicto, sólo ganas de que el espectador se plantee cuál es su postura frente a todo lo expuesto”, apunta la directora, quien ha buscado trabajar toda la propuesta con un punto de fragilidad, donde si se cae para un lado puede ser algo muy liviano, dulce y generoso, y si es hacia otro, puede ser cruel, desgarrador y tremendo.
Sole Carril, Juanjo Otero y Esti Vila protagonizan esta obra en la que son intérpretes de sí mismos en cuanto a seres humanos que son, “actores desnudos enfrentados al público de manera directa y profunda, buscando la empatía con todas las emociones que se juegan en escena. De hecho, hay mucho desnudo de los actores, pero de una forma significativa, ya que cuando jugamos a exhibir nos vestimos y cuando se trata de esconder, nos desnudamos. No es crudo, es enseñar la vulnerabilidad del cuerpo, pero desde lo emocional, no desde la carne”.
El desbordamiento es una obra de teatro que utiliza a modo de herramientas expresivas diversos lenguajes como el movimiento –danza contemporánea–, la música y la utilización del audiovisual, gracias al cual se integra dentro de la obra la instalación S.O.S. espacios de libertad, una suerte de muro de las lamentaciones, un espacio de desahogo para los espectadores, que podrán dejar grabados sus mensajes en vídeo antes y después de la función, y que serán incorporados en la siguiente función de la obra. “Queremos que la gente se cuestione cuál es su postura respecto a lo que ve, invitándolos a la participación libre”, sostiene Lafuente.


Otro que estrena es Gabriel Ocina, que presenta un espectáculo titulado El lobo y el alma, interpretado por él mismo junto a la pianista María Vega, con partitura musical del jazzman Jerónimo Martín y bajo la dirección de Miren Gaztañaga. Se trata de un unipersonal en el que se realiza un estudio de la voz, ya que hace referencia a una de las piezas que une las dos tapas del violonchelo, al tiempo que es el término con el que se designan las notas disonantes de los instrumentos de cuerda, buscar donde la voz se rompe. De ahí que sea un trabajo teatral donde se integra una estructura textual, una musical y una de movimiento a nivel formal: “la presencia de un actor y una pianista en escena nos ofrece muchas fugas hacia otros tipos de espectáculo como pueden ser el recital”, plantea Ocina.
El alma se guarda imperceptible de las miradas inexpertas. El lobo que la rompe espera sin saberlo. Viven juntos en la misma caja de huesos. El alma y el lobo se persiguen en su vertiginoso círculo sin darse alcance. Asoman en la ventana de las cuerdas que no se pueden resistir, destruyendo los límites de la frágil piel. Como puertas que se abren a paisajes de sí mismos, se enseñan mutuamente espacios que no reconocen como propios. Duermen cuando llega la noche, la una frente al otro, separados por un delgado vacío, en el que dejan de ser.
“Estamos trabajando con muchos niveles de significado del binomio del título. Por un lado están las propiedades acústicas del violonchelo y las resonancias que ello puede tener sobre la voz, las que ésta puede tener sobre la emoción, y a un nivel más complejo, con lo que es un lobo y el alma, la lucha interna entre aspectos diferentes de la personalidad de cada uno”, explica el actor sobre esta obra planteada como un monólogo de un personaje con su conflicto. “Toda la estética parte de la idea de que el lobo representa la ruptura de la visión que uno tiene de sí mismo, lo más instintivo y lo más auténtico, por donde te tienes que guiar para establecer esa nueva alma. Hablamos mucho de las muertes cotidianas… Se trata de jugar con las dualidades, blanco-negro, hombre-mujer, urbano-natural”.


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