JARDIEL PONCELA, FOSILIZADO.
JARDIEL PONCELA, FOSILIZADO. NUNCA FUÉ BUEN AUTOR. Por Pablo Villamar De vergonzoso, de vergüenza ajena y propia, puede considerarse las alabanzas, elogios y ditirambos (pelota encubierta) en la conmemoración del centenario del nacimiento de Enrique Jardiel Poncela, que hubiera asombrado al propio autor, de poder verlo, a todos los que le hicieron la puñeta en vida. ¿Fueron tan malos sus coetáneos y tan generosos los que no tuvieron la oportunidad de tratarlo? En realidad Jardiel nunca fué un buen autor, mucho menos para subirlo a los altares y arrodillarse ante el santo, aunque peor sean quienes, adorándole por la peana, hayan reunido a más de doscientas personas entre artistas y enchufados, para montar en el Teatro Español de Madrid «Eloisa está debajo de un almendro» Jardiel fué y lo sigue siendo un mal autor de teatro. Tantas veces se le llevó a la escena en su tiempo, en el intermedio, y ahora, con el centenario, tantas veces ha aburrido y ha fracasado en la escena. Recuerdo, no hace mucho, cuando Sazatornil, quiso encontrar una veta innovadora, y montó un ciclo con «Los ladrones somos gente honrada», «Cuatro corazones con freno y marcha atras», etc. arruinándose como ahora ha sucedido, al menos en los cuatro montajes, que he visto en Madrid. «Usted tiene ojos de mujer fatal», en el Teatro Muñoz Seca, «Una noche de Primavera sin sueño», por la Compañía de Pedro Osinaga, ambas privadas, ante el oportunismo oficial, y que les han producido cuantiosas pérdidas económicas, y han tenido que retirar las obras en seguida. «Madre el drama padre», montado por el Centro Dramático Nacional, a toda pastilla, no pudo resistir mucho más de un mes, y la «Eloísa está debajo de un almendro», permanece en cartel del Teatro Español, con las mismas enormes pérdidas o más que los anteriores, pero resistiendo para mantener el «clan» del Español, pagado con los impuesto de todos los vecinos de Madrid. La gente no es imbécil como algunos creen, si no muy inteligente, y tiene un especial olfato para saber, sin asistir, lo que les va a gustar y lo que rechazan con sólo su anuncio. Jardiel Poncela como otros tantos autores incapaces de hacer una buena comedia, se amparan en el «absurdo», o en algún «ismo», que si bien en Mihura funcionó, sólo fué cuando se pasó al teatro burgués. La maestría unida a la originalidad la tuvo Ionesco que le hizo alcanzar el Nóbel de Literatura, como el grandísimo escritor que fué. No le sucedió lo mismo a nuestro entrañable Jardiel. Asi cuando Alfonso Paso se le achacó que vivía de las reservas de su suegro, estaban del todo errados. Paso fué un hombre de su tiempo, que escribió para su época, y que en frase del mismo Paso «la posteridad le importaba un rábano». Ganó fama y fortuna. Cumplió sus espectativas. Jardiel, por mucho cuché en el programa de mano del «Español», (hay quién dice que con lo gastado en el programa se pueden realizar varios montajes) los comentarios que se hacen en el mismo, son tan poco afortunados, como la carta de don Jacinto Benavente, que lo trata de aficionado y aprendiz, o el artículode Alfredo Marqueríe de hace un millón de años (1940 para ser exactos) o la crónica de Martin Ferrand que nada tiene que ver en esta contienda y se limita, como era lógico, a decir ambigüedades, no convence a nadie pese al multimillonario montaje, porque el autor está fosilizado, y el pueblo que no es subnormal, aunque algunos se empeñen en ello, le ha vuelto la espalda y ya nadie quiere resucitar cadáveres estériles. Es cierto que se sigue representado «Eloísa», en el mismo teatro, pero sería conveniente que alguna vez nos presentasen a los votantes la lista de gastos e ingresos, el debe y el haber de esa contabilidad, ante la cuál, el pueblo de Madrid se sentiría consternado al enterarse del despilfarro, lo que les cuesta mantener el teatro así de bonito y con estas obras. En esta «Eloísa», en concreto, salen a escena 34 actores, de los cuales sólo la maestría de Ana María Vidal, José Carabias y Paloma Paso se salvan; 13 de personal atístico; 17 de los técnicos y 141, del personal del Teatro Español, en que sin rebozo alguno se nos informa que el Director, Gustavo Perez Puig, mantiene a su esposa, Mara Recatero, como directora adjunta, que a su vez precisa de un Ayudante adjunto, una Secretaria adjunta, una Auxiliar adjunta, una directora de imagen adjunta, una auxiliar de imagen djunta, y así vamos adicionando, hasta 141 empleados con nómina fija, que junto a los ya mencionados, hacen un total de 202 personas salvo error u omisión. No más comentarios. Ahora, que juzgue cada cuál con su propia conciencia. PABLO VILLAMAR