Críticas de espectáculos

Historia de Famas y Cronopios

Pelos anudados
Obra: Historias de Famas y Cronopios
Autor: Julio Cortázar
Intérpretes: Sonia Respaldiza, Arantxa Iurre, Javier Liñera, Aintza Uriarte, Ivan Alonso, Carlos Baiges
Dramaturgia y dirección: Arantxa Iurre
Producción: Simulacro Teatro
Bilbo Rock – 08-02-02
El mundo que plantea Julio Cortázar en sus celebrados retratos de unos seres llenos de ingenuidad, bondad, que forman parte de u subconsciente colectivo y que podemos considerar entre los tontos útiles, a los ingeniosos y atrabiliarios vividores sin recortes morales ni ataduras convencionales, estos famas y Cronopios que tanto nos ha hecho soñar y que forman parte de una escritura narrativa que busca en los límites de la realidad para convertir lo cotidiano en una aventura. Seres capaces de perder el tiempo teorizando sobre el destino de los pelos caídos en el lavabo, o que logran descifrar en un juego de palabras los misterios de transmigración de las almas perdidas en un espacio cuadriculado, rectangular, pero infinito en todos sus resortes para cautivar.
Para conseguir que los textos cortazianos tengan una coherencia más allá del buen tono narrativo, se ha debido hacer una dramaturgia, algo que dote de contexto a las pequeñas narraciones, y ahí hay un acierto pleno, el trabajo dramatúrgico consigue una buena estructura sobre la que poder realizar todos los adornos, todas las posibles rupturas narrativas, plásticas o interpretativas. Incluso colocarse con unos textos propios a partir de una pintura que añade un discurso mucho rico al mismo hecho teatral, ya que esos personajes que vemos, no solamente viven en un espacio escénico, sino que forman parte de un cuadro, de otro elemento más amplio conceptualmente, que casa perfectamente, ya que en este caso, si bien el espacio escénico es muy utilitario, lo cierto es que el vestuario, el maquillaje y la iluminación logran un significante planteamiento cromático que viene a coadyuvar a comprender mejor la propuesta no solamente a través de lo textual, sino de lo físico y plástico, consiguiendo, además, desde la dirección d Arantxa Iurre un trabajo llevado con muy buen pulso en una dirección correcta, o al menos sin contradicciones interiores, lo que significa que se trata de algo soñado y puesto en práctica y que viene a alegrar el panorama teatral con algo que escapa a la vulgaridad y que proporciona una comunión alegre con los públicos.
Quizás tenga un tono excesivamente ingenuista, con una poética en ocasiones rozando lo ñoño, pero en su conjunto es algo atractivo y bien resuelto, salvando a unas canciones que nos colocan al borde de lo imposible. Todos los actores cumplen sobradamente su labor, perfectamente dispuestos a contribuir en el objetivo final y que puede entenderse con un buen homenaje a Cortázar, quizás de unos buenos “Esperanzas”.
Carlos GIL


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