Imagina/Cuarta Pared
Suenan las sirenas
Obra: Imagina
Autores: José Ramón Fernández, Yolanda Pallín, Javier G. Yagüe Intérpretes: Barde, Audrey Amigo, Elena Benito, Eugenio Gómez, Verónica Regueiro, José A. Ruiz
Espacio escénico: Juan Sanz
Vestuario: Pepe Corzo
Iluminación: Óscar Cercós
Dirección: Javier G. Yagüe
Producción: Cuarta Pared
Complejo Educativo –Eibar- 18-02-02
Una mirada sobre los jóvenes de los setenta en una propuesta cuya característica más significativa es que utiliza la música como vehículo de cohesión, para guiar a los espectadores por una geografía emocional y de referencia que es difícil conseguir con otros presupuestos estéticos o narrativos empleados. Es un recurso muy utilizado en las dramaturgias de rememoración histórica generalista, en esta ocasión aunque no se especifique de manera expresa un lugar donde sucede la acción, y el espacio escénico no se signifique en localismos, es la manera de hablar de los personajes, ese chelismo tan madrileño lo que nos remite a su localización en la capital española.
Si el acompañamiento constante es una selección musical de los éxitos de los principios de los setenta, las peripecias de los personajes se nos van colocando en un costumbrismo que no ayuda demasiado a que se eleve la comunicación. No es tarea fácil encontrar un tono estético que se instale en un realismo útil y profundo, pero aquí, por la propia estructura dramática, al intentar huir de una linealidad, se cae en una fragmentación que hace que actores y actrices deban encarnar muchos personajes y por lo tanto deban buscar el tipo, el dibujo rápido y ello, con un texto muy cotidiano, y una prosodia muy castiza, pero que se asemeja demasiado al empleado actualmente en los noventa en algunas series televisivas, se produce una disfunción, que emborrona todo el sustrato social.
Porque si bien se dibujan a unos personajes de una clase obrera, parece una mirada demasiado optimista en cuanto a dejar en los más jóvenes la impresión de que todo el mundo estaba contra Franco. No era sí. No fue nunca así. Franco mataba, reprimía, encarcelaba, mandó al exilio a muchos, y en esta obra parece como si todo fuera una constante presión sobre el régimen, cuando había un conformismo y sí empezaban unas rupturas en las costumbres sociales, personales y colectivas, pero con una militancia política clandestina y minoritaria. Suenan las sirenas.
El espectáculo es muy ligero, tiene su parte de compromiso en referirse un tempo cercano, sin profundizar, pero que logrará identificaciones sentimentales y hasta recuerdos imborrables. Todo se mueve dentro de unos parámetros de suficiente trato sensible ante los hechos y ante la realización escénica. Una corrección que lo alcanza todo, hasta al discurso final. Imagina.
Carlos GIL