Críticas de espectáculos

MUJERES AL ROJO VIVO

Mujeres que se miran a sí mismas: mirarte, verte, quererte, odiarte, quererte. Este «Mujeres…» de la joven ya fallecida Edurne Rodríguez asombra por ese hablarse como uno a sí mismo, gustándote, no gustándote, hablando de los deseos, de ésos. ¡Bueno no sé… tan felizmente, tan libremente, tan fácilmente! No es fácil hablar de tus cosas. No es fácil poder oir de tus cosas como si las dijeses tú. Porque en realidad tú también has pensado así, has sentido así, te has encontrado así tantas veces, te has perdido así tantas veces. La vida, tu vida, las cosas que nos pasan, contarlo, escucharlo, comentarlo, destriparlo y reírte y dolerte y gritarlo y beberlo hasta apurarlo todo, hasta la última gota. ¡Así soy yo!. Bueno, yo también, ¡yo también hasta la última gota! Muriendo cada día y cada día levantándote : «¡Aquí estoy otra vez!». No es fácil y es asombroso que Edurne escribiera para decirlo en el escenario y tú lo oigas: esa música de las palabras, el ritmo con que se dicen los secretos, la palabra, sí, ésa, la que no querías decir: ¡gorda!… tal vez: ¡Amor!…la palabra, su grito, su dulzura… el sabor de las palabras en tu boca, en tu oído, latiendo… palabras que laten, que arden; palabras calientes, y frías, como la temperatura de tus emociones cuando acaricias el rostro de tu amante, cuando te abrigas del frío de la traición, cuando te defiendes de tu cobardía, cuando te felicitas por tu osadía al romper con lo que te obliga a lo que no quieres. Cuando decides gustarte, a pesar de… eso, cuando piensas ¡»Soy una mierda!», cuando a pesar de todo decides mirarte al espejo y sonreírte, y guiñas el ojo, te sonríes y vuelves a la calle otra vez ¡otra vez! Edurne ha muerto joven, hace pocos años, pero nadie muere, Edurne nos lo dice una y otra vez con sus «Mujeres…», que en tantos lugares a la vez claman su texto, (en septiembre en Euskadi y un colega de Bogotá, Colombia, me ha escrito diciendo que para agosto están montando-clamando «mujeres…»), porque estas cosas no se declaman, se claman, se mastican, se besan, se escupen, se arañan, se lloran, se ríen; esas cosas que nos hablan de lo que nos apetece hablar, compartir, desvelar, aunque no es fácil de contar, de decir, y Edurne lo hace fácil al decirlo como lo dice, a través de tres actrices, tres mujeres bellas, hermosas, hermosas por todo lo que les gusta y por lo que no les gusta de sí mismas. Con «Mujeres…» de Edurne empezamos a gustarnos un poquito más todos; gustarnos con nuestra soledad tal vez, con nuestra desconfianza a lo mejor, nuestro pánico seguramente, con nuestra edad, que nos habla del tiempo que nos lleva vivir, con las arrugas, los michelines, con la mirada retadora, cautivadora: hermosas mujeres por esa sonrisa humana que hace las paces con una misma, contigo mismo ¡de una maldita vez!. Sonrisas de mujer, mujeres al rojo vivo las quería Edurne. ¿En carne viva, tal vez? Ellas. Y ellos, amándonos, a pesar del abandono, la separación o la suerte. A pesar del destino de cada uno. Viajeros, viajeras viajando al corazón de nuestros anhelos más secretos, sí, secretos del corazón, mujeres al rojo vivo. Un texto brutal y sincero, sin concesiones, con un humor agrio y vital.
Felipelpayaso


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