La muerte de Marguerite Duras/Eduardo Pavlovski
La densidad del vacío
Obra: La muerte de Marguerite Duras
Autor e intérprete. Eduardo Pavlovski
Dirección: Daniel Veronese
Sala Tía Norica –Cádiz- 22-10-02 – Festival Iberoamericano de Teatro
Eduardo Tato Pavlovski, es uno de los grandes autores dramáticos de los últimos años. Sus obras juegan con la conciencia colectiva, estructura situaciones en donde los componentes sicológicos hacen que los discursos no sean lineales, que muestren todas las contradicciones. Obras densas, obras muy trabadas en la sangrante realidad de su doliente Argentina, que deben tener una resolución escénica a través de unas interpretaciones que dispongan de algo más que la pura técnica, debe existir el compromiso profundo con lo que se dice, y deben decirse de una manera en donde todas las aristas tengan su función.
Nadie mejor que el propio autor para interpretar sus obras. Es un inconmensurable actor, con una capacidad de seducción increíble y con una suerte de convertir todo lo que toca escénicamente en joyas dramáticos fuera de lo común. Sin nada más que un sofá cualquiera y una iluminación, vestido de una manera cercana, como si estuviera en un café, en esta ocasión nos cuenta los recuerdos de un hombre maduro, en ocasiones hace creer que se trata de él mismo, que va recorriendo fragmentos de su vida para intentar componer un estado emocional, una memoria que no se sustenta en los grandes principios filosóficos, sino que se construye con materiales nobles, pero de baja cotización en el mercado de lo macro.
Actor y autor fundidos con un texto repleto de detalles pequeños, incluso retratando comportamientos y costumbre vulgares, pero tocados por ese don de la sublime sencillez que convierte cualquier chiste en una guía para interpretar ese pequeño mundo, que es, a la postre, el mundo de ese personaje, un mundo, su mundo. Porque subyacente al anecdotario nos encontramos con ideas más inquietantes, como es el miedo al vacío en nuestra cotidianeidad, valorando el tiempo y el espacio teatralmente como significantes primordiales. Es un placer recibir estas buenas lecciones de dramaturgia, dirección e interpretación.
Carlos GIL