Ni sombra de lo que fuimos/La Zaranda
Lucidez del desamparo
Obra: Ni sombra de lo que fuimos
Autor: Eusebio Calonge
Intérpretes: Gaspar Campuzano, Francisco Sánchez, Enrique Bustos, Fernando Hernández, Carmen Zámpalo
Espacio escénico: Paco de La Zaranda
Iluminación: Eusebio Canonge
Dirección: Paco de La Zaranda
Producción: La Zaranda, Teatro Inestable de Andalucía la Baja Auditorio Municipal –Puertollano- 08-11-02 Feria de Teatro de castilla-La Mancha
“¡Vaya panorama!” exclama uno de los personajes cuando todavía el viejo carrusel que preside la escena no ha dado ni una vuelta. Un panorama desolador, crepuscular, mágico y crudamente realista, en esos mundos irreales por desprecio social en el que sitúa siempre La Zaranda sus propuestas escénicas. Personajes que no saben si seguir dando vueltas al carrusel, si ir o venir, atrapados en un lúcido desamparo, sin esperar nada más que la existencia dentro de un campo reducido que encierra una cosmogonía particular, de los inteligentes perdedores, de la decrepitud metafórica que en esta ocasión puede encerrar confesiones propias, sensaciones de desgaste.
Fieles a sí mismos, perfectamente dominadores de su esencialidad, de la búsqueda de lo imprescindible para contarnos en esos claroscuros, esa especie de daguerrotipos de composiciones pictóricas que se funden con unas músicas clásicas o procesionales, van fundamente un trabajo en progreso, con la misma ritualidad de siempre, con la defensa de una estética reconocible, propia, fundamental en su opción ética y en su mensaje político, es decir un teatro que trasciende desde su singularidad, que viene retratando el alma de un mundo, de un país, de una cultura, una identificación artística que en ocasiones es un derroche de valores dramatúrgicos, de puesta en escena, de utilizaciones de prosodias, silencios, reiteraciones para tejer este manto de salvífica teatralidad y honestidad. Se pueden ver en esta última entrega algunos manierismos, quizás un temblor del pulso en algunos tramos, pero su conjunto sigue siendo un teatro revitalizador y esclarecedor. Un buen teatro que marca la diferencia, que redime de tanto monoteísmo escénico.
Carlos GIL