Monogamia/Marco Antonio de la Parra/CELCIT
Sexo, familia y mentiras
Obra: Monogamia
Autor: Marco Antonio de la Parra
Intérpretes: Guido d’Albo, Roberto Municoy
Escenografìa y direcciòn: Carlos Ianni
Producciòn: CELCIT (Argentina)
Caffé de la Danse -Parìs– 07-12-02 – XI Festival Don Quijote
Dos tipos vulgares, dos hermanos, uno de posiciòn social preeminente, con una vida aparentemenete anodina, con una vida matrimonial aparentemente serena, el otro el artista, el cràpula, el que ha tenido varias parejas, que ha entendido la vida de una manera màs epicùrea. Una cita en un club privado sirve de detonante para que estos personajes nos muestren nuestras propias miserias, nuestras renuncias, mentiras, conflictos internos, envidias, fantasmadas. El autor chileno Marco Antonio de la Parra ejerce de siquiatra y sus obras, ademàs de unas sòlidas estructuras dramàticas, incluso en esta ocasiòn con un convencionalismo aparentemente natural, indaga en nuestras profundiades, en nuestros comportamientos que son fruto de una educaciòn, de un ambiente, màs que de una disposiciòn orgànica y perfectamente controlada por el individuo. Todo el entorno nos lleva a formarnos una propia vida paralela, tanto en la pràctica, como en nuestros deseos de alcanzar alguna meta propuesta. Esa monogamia tan maltratada y mancillada como invocada. Después todo sucede segùn las circunstancias, la capacidad de adaptaciòn o el grado de libertad que se desee emplear cada cual para la vida ordinaria.
Dos actores muy solventes hacen unas interpretaciones absolutamente rotundas, componiendo sus personajes con una suerte de naturalidad y credibilidad que nos acercan esas situaciones reconocibles del nùcleo familiar, de la vida en pareja. El texto està perfectamente dialogado, sin apenas acciones, pero transcurre en muchos momentos por los lindes del humor àcido, con una mirada nada piadosa de los varones y provocando el terror: esos seres somos nosotros mismos, o nuestros vecinos, y nos hacen una radiografìa de nuestra incapacidad para ser coherentes. La familia como conflicto. Y la soluciòn es simple y dolorosa, seguir viviendo. Como podamos.
Carlos Gil