Críticas de espectáculos

La Generala/Tricicle

Príncipe casadero
Obra: La General
a Música: Amadeo Vives
Libreto: Guillermo Perrín y Miguel de Palacios
Versión: Paco Mir
Intérpretes: Alicia Ferrer, Antoni Comas, Anna Argemí, Josep Maria Gimeno, Francesca Masclans, Xavier Ribera-Vall, Abel García, entre otros.
Adaptación musical: Joan Albert Amargós
Escenografía: Jordi Bulbena
Vestuario: Anna Güell
Iluminación: Roger Puiggener
Dirección: Paco Mir
Producción: Tricicle
Teatro Arriaga –Bilbao- 16-08-03
La zarzuela, así de entrada, es siempre muy teatral. Su propia estructura dramática, con tantas situaciones habladas, o con una poca exigencia de tesitura para los papeles cómicos, hace que junto a las localizaciones, el trazo grueso de los personajes, sea terreno abonado para ejercer una lectura escénica en donde, sin olvidar para nada la fuente musical, las romanzas, las marchas corales, es decir la parte musical, ésta llega amplificada al espectador por el trabajo teatral, por la interpretación, por el hacer del disparate que es la anécdota, o el vodevil, que sirve de embrión para el chiste o el guiño más levemente antimonárquico.
Paco Mir ha realizado, junto a otros, una dramaturgia que la ha comprimido en lo esencial para poder seguir el argumento, casi de teatro del absurdo, ha colocado coreografías en los intermedios , ha cargado las tintas en la definición de los personajes y con una orquesta ligera, pero eficaz, logra un amable espectáculo, en donde existe un diseño escenográfico, un vestuario, una caracterización, que van conformando una estética que haga algo menos de cartón la propia zarzuela, en este caso «La Generala», que es en el fondo un canto al amor, con muchos tópicos y esa leve crítica a la monarquía de un lugar imaginario que acaban en el exilio, con el único valor patrimonial que la de su hijo, el príncipe, un poco golfillo al que pretenden casar con princesa con posibles económicos y reinado en activo. Cosas, que levantan sonrisas y se pueden encontrar ciertas concomitancias.
El equipo de intérpretes lo hace perfectamente, logran de sus personajes algo teatralmente tangible, potente, y canta con suficiente calidad para que en su conjunto ofrezcan un divertido entretenimiento musical. O una zarzuela puesta formalmente al día. Ni más, ni menos.
Carlos GIL


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