Críticas de espectáculos

Los Verdes Campos del Edén/ CDN

El amor y el Edén
Obra: Los verdes campo del Edén
Autor: Antonio Gala
Intérpretes: Joan Crosas, Lola Cardona, Rubén Ochandiano, Chema de Miguel Bilbao, Fernando Ransanz y Tomás Sáez entre otros
Escenografía: Montse Amenós
Director: Antonio Mercero
v Producción: Centro Dramático Nacional
Teatro María Guerrero – Madrid
“Dicen que existe paz en los verdes campos del Edén. Hay que morirse para averiguarlo” (Eugene O’neill)
No sé si hay que morir para encontrar la maravillosa luz que duerme, libre, en el alma de una paloma. No sé si hay que renacer para encontrar un “Juan” (Joan Crosas) en cada ser humano; para SER, lejos de la prisión, austera y voluntaria, que construimos afanosamente y escudamos en los muros de una sociedad áspera, inhóspita e irresponsable.
En los verdes campos del “terrenal” edén, donde transcurre esta historia, esta tragedia que hace sonreír, late, joven, la esperanza del amor que pasea junto a Luterio (Chema de Miguel Bilbao); que se siente huérfano, ante la ausencia de Monique (Ramata Koite)… “Nunca se ama lo suficiente”, dice en una ocasión Juan. El Amor que solicita y reparte a su llegada. El Amor que busca la humanidad rota en una guerra… ¿En cuál?… Ha habido tantas… Y tantas, rotas, esperanzas… El Amor que quiere cerrar las cicatrices, las heridas; que quiere romper la dualidad constante entre una sociedad alta, impasible… Llena de suerte… “Pero mala”; regida por el dinero, por una hipócrita moral y por una felicidad que se resquebraja a cada paso… El Amor que encuentra Amor en “El asilo de los incurables”; de los que lo guardan porque no tienen con quien compartirlo; de los que lo rechazan porque temen amar… De los que creen no ser dignos de su delicado tacto por “ejercer la profesión propia de su sexo”… De los que esperan un Amor para todos… No en un Edén lejano y probable… Sino en un mundo diferente… Donde no “esté prohibido vivir”.
“Los Verdes Campos del Edén” se estrenó una noche invernal de 1964. Cuarenta años después, esta tragedia sigue haciéndonos sonreír. Nos sigue convenciendo de la urgente necesidad del verdor de unos campos donde la bondad, donde el amor, donde la generosidad respiren libres… Donde quienes se quisieron, puedan continuar abrazados a un eterno sueño… Nos sigue regalando la esperanza de encontrarnos… No sabemos dónde… Para volver a caminar junto a aquél en quien encontramos la esencia que nos hermana… A través de Juan, a través de un personaje, aparentemente, perdedor; a través de un personaje que renace, sin pasado, sin las dolorosas huellas del pasado, comienza la vida esperanzada de una ciudad anónima. Una vida sonriente, amable, amorosa que abre sus brazos a esas personas que escapan de su prisión para refugiarse en la humilde sonrisa de Juan; en la humanidad que acoge la soledad, el dolor, el miedo, la discriminación y el abandono; en la humanidad que es rechazada por la sociedad. La ciudad que respira sobre el panteón… Sobre el desorden que, ficticiamente, vence.
Ana (Lola Cardona) y Juan (Joan Crosas) quieren marchar a esos campos… Antes de que las fuerzas de seguridad violen el amor que ha respirado en ese lugar… “Pero ningún redentor puede elegir su muerte”… Aunque el amor puede elegir su vida y el reencuentro… No sabemos dónde… No sabemos cuándo… Pero la revolución del amor y la bondad sigue esperando su momento… Tal vez sean necesarios otros cuarenta años; tal vez sea necesaria otra guerra; tal vez sea necesaria otra paloma, otra redención y la consciente irresponsabilidad para volver a abrir las doradas páginas de la esperanza. Antonio Mercero, partiendo de una puesta en escena un tanto expresionista, ha puesto el acento en el personaje en torno al que se desarrolla la obra. Juan. Interpretado por Joan Crosas. Él mismo, ha calificado esta experiencia profesional, como la más bella.
Crosas habla con el rostro. Con la sonrisa, con los ademanes. Habla con las palabras del resto de los personajes que dejan en él sus ilusiones rotas, para renacer nuevas y jóvenes.
Habla con el vital pesimismo de Ana (Lola Cardona), con el afán despiadado del alcalde (Tomás Sáez), con la triste resignación del guarda (Fernando Ransanz) o con la falsa indeferencia y superficialidad de Luterio (Chema de Miguel Bilbao)… Si el autor, Antonio Gala, manifestó que este reestreno es un homenaje a José Luis Alonso y a los actores, intérpretes y director de su primera puesta en escena, que ya no están… Desde ese Edén repleto de verdes campos… Sonreirán felices, satisfechos y agradecidos… Soñando el reencuentro.


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