Me Cago en D… (censurado)
ME CAGO EN D…(CENSURADO)
Autor: Iñigo Ramírez de Haro
Director: Pedro Forero
Intérprete: Fernando Incera
¿CENSURA DEMOCRÁTICA?
Este país se ha vuelto muy serio, esta ciudad (Madrid), practica “religiosamente” la conservación de las buenas costumbres… El problema radica en “quién” cataloga esas costumbres como “buenas”.
Es imposible hablar o escribir sobre esta obra, esta reflexión, este monólogo sin obviar la intolerancia y el ejercicio de expresión coartada que la ha perseguido. ¿Es ésta una democracia; no hay una Carta Magna que consagra la Libertad como principio básico de nuestro ordenamiento jurídico; no es la Libertad de Expresión un Derecho Fundamental…?
Parece ser que alguien difiere de ello y pretende, en las fronteras que “gobierna”, instaurar una dictadura católica, apostólica y romana.
Partiendo de una puesta en escena sencilla y enteramente práctica, quedan abiertas las puertas de la memoria, de los traumas y de las eternas preguntas que con un contenido, más o menos, escatológico, todos nos hemos hecho alguna vez. Los cimientos sobre los que se asientan las autoridades eclesiásticas quedan convertidos en meros rollos de papel higiénico. Frágiles, endebles e inconsistentes. La imagen que, del Ser Supremo, se ha repartido de forma generosa, choca frontalmente con lo que la lógica y la solidaridad nos dice; choca frontalmente con lo que las propias sagradas escrituras plasman. ¿Son, acaso, los sacerdotes fieles testigos del Ser que representan; son acaso los sacerdotes ejemplo de “La Buena Educación”?
“Me Cago en Dios” es un espléndido ejercicio de demolición espiritual. Con el humor y la ironía en manos de un magnífico actor, Fernando Incera, afrontamos escalofriantes capítulos de nuestra historia.
Ramírez de Haro se cuestiona las guerras en nombre de Dios, Mahoma, Buda… Ramírez de Haro pone en tela de juicio la santidad del clero, la mentira que respira tras las paredes de un seminario, un internado, un colegio o el mismo Vaticano. El autor madrileño no cree en las exigencias de un Dios justiciero y cruel que tasa nuestra vida, que presta de forma usurera la felicidad y pone género a nuestra opción sexual. Ramírez de Haro no cree en una religión clasista, racista y de derechas. “Me Cago en Dios” es, sin duda, una comedia divertida; interpretada por un gran actor.
Incera afronta esta reflexión como un juego, en el que participan numerosos personajes que han dejado en él un peso demasiado grande que, sólo la risa, puede liberar. La escenografía, sencilla, práctica e ingeniosa toma forma en función de un texto que hemos interiorizado muchas veces; un texto que ha sido llevado al cine, que se ha denunciado y que se ha ocultado en nombre de un Dios mudo y sufriente… Porque a Dios no le duelen tanto los pecados de los que dudan u optan por “ética” como asignatura “maría”, como los Pecados Capitales de los que hablan y actúan en su nombre. “Me Cago en Dios” es un ejercicio de libertad; un ejercicio colectivo que nos llena de energía positiva, pues no hay antídoto mayor contra la mentira y el cinismo que la Verdad, escrita con las carcajadas de los que han sobrevivido al rancio conservadurismo con el que, en el siglo XXI, pretenden intoxicarnos.