Críticas de espectáculos

En Tierra de Nadie/K Producciones

La Tierra de todos
Obra: EN TIERRA DE NADIE
Autor: Danis Tanovic.
Adaptación: Ernesto Caballero.
Dirección: Roberto Cerdá
Intérpretes: Adolfo Fernández, Roberto Enríquez, Ramón Ibarra, Ana Wagener, José Luis Torrijo y Alberto de Miguel
Festival Internacional Madrid Sur y Teatro Español
El paso del cine al teatro, suele ser poco ventajoso para éste último. Los espacios del séptimo arte, la capacidad para imbuirnos mediante la magia fotográfica, en el ambiente en el que se desarrolla la acción; la elocuencia infinita de una imagen, de mil imágenes, el teatro ha de sustituirla por la palabra, por el trabajo del actor y la capacidad de emocionarse de un espectador implicado en los sentimientos que buscan cobijo, en este caso, en Una Tierra de Nadie.
Danis Tanovic se sumerge en el conflicto balcánico para recalar en una historia mínima, tal vez, insignificante. Tres soldados quedan presos en una trinchera, en Tierra de Nadie. Este es el germen del que irán creciendo las ramas hirientes y venenosas de una realidad que nos encadena a todos y cada uno de los que, de un modo u otro, vivimos en el lugar del que se habla y se ignora, dolosamente, a un tiempo; porque a nadie, ni a las autoridades, ni a los medios de comunicación, les interesa saber que “Los guardianes de nuestra seguridad” no hacen nada, cuando la vida a proteger corresponde a un ser anónimo; cuando la herida es tan sangrante que su olor atraviesa las paredes de una frontera colocada de manera arbitraria y caprichosa; cuando la responsabilidad se paga tan alto que su rostro asciende raudo y fuerte, dispuesto a arañar las migajas de una conciencia dormida y omisa; cuando la muerte innecesaria y permitida, se esconde tras una manta opaca y la negligencia de una reportera que pronuncia una frase, fruto de la dejadez, de la rutina o de la triste monotonía… “Todas las trincheras son iguales”… En ellas mora el aroma fúnebre de una fotografía perenne e inmóvil, las lágrimas de un soldado que nunca soñó “partir” a bordo de la muerte… Mientras la espera junto al cuerpo yacente de su compañero. Él tampoco comenzó esa guerra… Que, como todas, es iniciada por los que no se matan, por los que viven a costa de los más débiles, por los que deciden, entre risas, el final de los más débiles, por los que dicen preocuparse y se olvidan de los más débiles… Esos que sí mueren en una guerra que no entienden y tratan de justificar, para justificarse.
“En tierra de Nadie” refleja el salto afortunado del cine al teatro. Ernesto Caballero ha realizado una estupenda adaptación de la obra original de Tanovic, que ha puesto en escena Roberto Cerdá.
El escenario, primero del Teatro Federico García Lorca de Getafe, en el Festival Internacional Madrid Sur y después del Teatro Español, ha recibido al espectador desnudo, desolado, sin esconder nada. Todo queda al descubierto. La verdad queda al descubierto.
Roberto Enríquez, Adolfo Fernández y Ramón Ibarra han interpretado a los tres soldados que encontrarán su final en esa trinchera, situada en Tierra de Nadie.
En el lugar a donde no llegan los Cascos Azules, ni el afán por la verdad de la periodista más osada (Ana Wagener).
Este montaje no ha precisado de los recursos infinitos de una película maravillosa para hacer sentir al espectador el fracaso y la indefensión de un sistema que nos conduce hacia una tierra huérfana, abandonada y estéril; para sentirnos sentados sobre una bomba capaz de hacernos volar hacia un más allá más acogedor y menos hipócrita… Porque en esa tierra de nadie, en la que la verdad extiende su helado manto, vivimos todos los que caminamos obedientes, a través del sendero que una ley, que no aprobamos, nos marca. A través del camino que nos señala un sistema que sigue argumentando pesadamente, que algo está bien, simplemente, porque quien así lo afirma, tiene en sus manos el poder y, por ende, el indefinible futuro de nuestras vidas.


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