La retirada de Moscú/Concha Bustoi, Nacho Artime
Tres soledades
Obra: La retirada de Moscú
Autor: William Nicholson
Versión: Nacho Artime
Intérpretes: Toni Cantó, Gerardo Malla, Kiti Mánver
Escenografía: Daniel Bianco
Vestuario: María Luisa Engel
Iluminación: Juan Gómez Cornejo
Música: Yann Díez Doizy
Dirección: Luis Olmo
Producción: Concha Busto, Nacho Artime
El autor es un polifacético escritor y guionistas, con un Oscar por el guión de «Gladiator». Nos llega una obra de una buena estructura, con un personajes perfectamente dibujados, y en un situación totalmente reconocible. La tormenta de emociones que se produce tras la separación de un matrimonio después de más de treinta años de convivencia, con un hijo único que vive su vida, pero que se ve atrapado en el conflicto, que acaba mostrando un trío de soledades, un vicioso sistema emocional, de mantenimiento de formas, costumbres y que puede interpretarse como una radiografía de un ocultamiento, o una separación aplazada, que acaba convirtiéndose en un circo de despechos, acusaciones y comportamientos que inciden en remarcar lo insalubre del matrimonio cuando se convierte en un simple refugio y en donde el diálogo es sustituido por el monólogo o el reproche.
Es decir es una obra de personajes, y sobre la pareja, el matrimonio, la filiación y las responsabilidades que se asumen cuando el edificio amenazado de ruina acaba por desplomarse. Nada nuevo. No hay una alternativa. Hay, un caso. Un testimonio, una mirada herida por la cercanía sobre algo que nos proporciona lo reconfortable de su identificación y un cierto desaliento al ver que se nos presenta de unas formas absolutamente dosificadas de teatralidad. Teatro naturalista bien hecho. Quizás sea la estética que necesite el asunto, pero comprobando que tanto la dirección como el equipo actoral hacen funcionar la máquina de manera perfecta, en donde apenas encontramos algunos leves tropiezos en la traducción, con una escenografía sencilla, pero eficaz, una iluminación que resuelve problemas espaciales con nitidez, se nos queda en su conjunto situada en un trabajo de estilo, coherente, de calidad, como a la espera de un algo más que acabe de hacernos convencer con rotundidad que esta historia de un trío de soledades nos concierne de manera rotunda.
Carlos GIL