Críticas de espectáculos

Cantando bajo la lluvia.

Hay riesgos
Obra: CANTANDO BAJO LA LLUVIA
Intérpretes: Víctor Ullate Roche, Xenia Reguant, Daniel Caballero y Marta Solaz, entre otros
Direcciçon: Ricard Reguant
Teatro Fígaro y Nuevo Apolo – Madrid
Ricard Reguant ha asumido un enorme riesgo: Llevar a las tablas del madrileño Teatro Nuevo Apolo un clásico y emotivo título del cine musical; “Cantando Bajo la Lluvia”. La memoria del ser humano es tozuda y quiere ver ante sí, la figura que continúa cantando, abrazada a una farola, y que guarda amorosa, en su pasado. La memoria sentimental del cinéfilo más escrupuloso atesora tres nombres imprescindibles de Hollywood, más de dos partituras legendarias de la Metro Goldwyn Mayer y más de dos pasos de bailes que sólo podrían efectuar los mágicos pies de Gene Kelly.
A esa sentimentalidad que sólo puede ofrecer el ser humano, van unidos unos aspectos técnicos que serán los encargados de trasladarnos a la época en la que nacía el cine sonoro y, por ende, el cine musical. Esos años en los que eternos rostros mudos, fueron incapaces de sobrevivir a unas voces ridículas, estruendosas o, sencillamente, feas. Ése es el presente histórico de “Cantando bajo la lluvia”. Todo ello había que llevarlo al escenario del Nuevo Apolo (De su nueva singladura, en el Fígaro, no puedo hablar…) … Sin obviar que debía llover… Y llover a cántaros, por supuesto.
Ricard Reguant, director de esta puesta en escena, ha tenido que elegir, el presupuesto no daba para todo, entre una música en directo o salvar honrosamente los aspectos técnicos que van en consonancia con el argumento de la obra…. Y ha elegido.
Nos encontramos ante un musical sin música. Ante un montaje aceptable, que ha seguido fielmente el guión del clásico del séptimo arte y ante un componente humano, más bien mediano, en el que sobresale por méritos propios Víctor Ullate Roche.
Se han reproducido perfectamente las películas mudas; el instante en el que los directivos de la productora quedan incrédulos ante la primera filmación hablada; la primera película sonora y el primer fracaso de Don Locwood ( Daniel Caballero) y Lina Lamont (Marta Solaz) y, por último, el ridículo de la Diva ante su público… Cuando se descubre que su dulce voz no es “la suya”.
Los aspectos técnicos han sido tratados y respetados de forma rigurosa, pero se han olvidado otros puntos tan o más importantes en un musical.
Las coreografías son pobres (El claqué, seguramente, es un baile mucho más rico); lo dos protagonistas no logran borrarnos de la mente a Kelly y Reynolds. En cambio, Víctor Ullate Roche es un injusto Cosmo Brown… Hubiera sido un maravilloso Lockwood. De igual manera, hemos de destacar a Marta Solaz interpretando a Lamont, parece ser literalmente sacada del reparto que en 1952 encabezaba el genial bailarín.

Todo ello podía perdonársele al director catalán. Era un riesgo, es un riesgo, llevar a escena una Obra de Arte. Lo que no se le puede perdonar es la música enlatada. En el día del estreno casi fue más noticia la manifestación ante las puertas del teatro de los músicos, que el propio espectáculo.
A veces, el presupuesto económico nos obliga a elegir… Eso es algo innegable… Pero en esas ocasiones, hay que saber hacerlo y reconocer que hay aspectos imprescindibles, para los que no cabe una elección en contrario… Pues sin ellos no hay proyecto viable.


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