La Celestina/Robert Lepage
Amor fatal
Obra: La Celestina, allá cerca de las tenerías, a la orilla del río
Autor: Fernando de Rojas
Versión Michel Garneau
Intérpretes: Nuria Espert, Carmen Arévalo, María Fernández Muro, Nuria García, Pep Molina, Nuria Moreno, Roberto Mori, Alejandro Sigüenza, David Selvas, Carmen del valle, Miguel Palenzuela
Escenografía: Carl Fillion
Vestuario: François Barbeau
Iluminación: Etienne Boucher
Música: Silvy Grenier
Dirección: Robert Lepage
Producción: ExMachina, Ysarca
Teatro Arriaga – Bilbao- 12-03-05
Es una buena versión dramática. Nos llega desde el francés, pero suena en un buen castellano. Sobre ella actúa la escritura escénica de Robert Lepage, el director canadiense que hace del espacio escénico uno de los protagonistas del espectáculo. Una escenografía que se transforma en todos los ámbitos donde transcurren las situaciones del clásico de Fernando de Rojas. Una Celestina grandilocuente, interpretada de manera excelente por Nuria Espert, que se muestra vital, pragmática y sensual, dedicada a difundir el evangelio del placer carnal, del disfrute de la carne como única salvación ante las tribulaciones. Buscar el placer aunque acabe en tragedia.
Desde esta construcción del personaje central, la mano de la dirección nos coloca a Calixto y Melibea como dos jóvenes desbordados por el deseo, partiendo desde sus roles de hombre y mujer, colando al enamorado en un registro casi lírico, que se vuelve obcecadamente romántico cuando parece una atracción sexual que se nos carga de significaciones en la puesta en escena, una mirada muy política, con su violencia, su consentimiento, su valoración moral.
Es un gran montaje, con un dispositivo escénico realmente espectacular, una iluminación precisa que va dotando de una ambientación cromática muy sensual, y en donde todo el reparto debe hacer un esfuerzo físico añadido, con una homologación en la interpretación buscando desde el maquillaje un mayor expresionismo, lo que obliga a una gestualización de subrayado. Todos están adecuados en sus papeles, entienden la propuesta, la sirven y hacen que se superen momentos de evidente falta de ritmo y de un tempo muy piano que quizás le reste intensidad y vivacidad.
Carlos GIL