Para Nada / Cambaleo Teatro
Actores: Arsenio Jiménez, Antonio Sarrió, Begoña Crespo, Carlos Sarrió y Julio C. García.
Texto y dirección: Carlos Sarrió.
Como en toda obra de estas características todo muy sobrio, sólo una gran mesa, flanqueada por taburetes, que son los que más movimiento adquieren en escena, casí más que alguno de los actores. Todo es sencilo, luces, vestuario, recuerda a un grupo no profesional en estos aspectos tan mínimos.
El texto, una serie de monólogos sobre la vida, la muerte, la soledad, la libertad… es decir, no hay historia aparente, ni sucesión de hechos. Unas escenas cortas unidas en un coro final. El texto tiene sus altibajos, pero eso sí, está ideado para la representación y no es demasiado farragoso ni «profundo», de modo que uno puede seguirlo sin miedo a quedarse dormido. Hay una especie de jefa de ceremonias, que da paso a los monólogos de la primera parte, y allí se van viendo diferencias entre unos actores y otros, voces más o menos preparadas para el discurso, más sóltura para defender tu texto. Lo que hace que algún monólogo se quede en una serie de frases inconexas o en un punto de reflexión que el espectador se lleva fuera del teatro. Aquí estriba el problema de estos montajes, que uno no puede ir y dejarse guiar por la obra… hay que estar preparado para pensar, entender el texto y su significado… y no todo el mundo está dispuesto a pagar para eso. Luego algún diálogo algo menos llamativo y que no encajaba del todo con lo anterior, digamos que muy moralizante y previsible. Luego escenas en las que todos comparten mesa, como al inicio, pero entablando las relaciones que no han tenido antes. Allí sueltan todo aquello que no han podido o no les han dejado antes (gestualmente sobre todo).
Y como este tipo de montajes tienen una interpretación muy libre, es muy fácil decir que es una mierda o defenderlos diciendo que no se ha entendido el mensaje, pues en mi caso diré que sí me gustó, en un primer momento porque vi salir a personas al escenario, desde un principio, que no personajes. No caían mucho en la moralina fácil o en la complicación total. Me gustó que a la falta de diálogo se uniera en muchos un movimiento corporal mínimo, huyendo de lo caótico, que hacía concentrarse aún más en el texto, con lo cual la resposabilidad del actor aún era mayor, pues sólo disponía ya de su voz para atraerte. Me gustó un momento de humor muy bien elaborado entre los cinco. Me encandiló la escena final, que parecía sacada casi del cine por su naturalidad, donde aparecían por arte de magia cinco personas compartiendo una mesa. No me gusto el monólogo de algún actor, con una voz que parecía poco educada. Y sobre todo, pero ya en general, que no se pueda hablar de la vida, del amor, de la soledad hoy en día sin recurrir a lo «moderno», que se pudiera contar una historia con trasfondo, no un transfondo en el que tú construyes lo que quieras… y no siempre tienes las ganas.