Terrorismo/Teatro de la Abadía
El Terrible Imperio
Obra: Terrorismo
Autores: Hermanos Presnyakov
Dirección: Carlos Aladro
Traducción: Antonio Fernández Lera
Intérpretes: Israel Elejalde, Rafael Rojas, Chema Ruíz, Ernesto Arias, Inma Nieto, Lidia Otón y Ernesto Arias, entre otros.
Teatro de la Abadía – Madrid
Es la primera vez que un texto de los hermanos Preshyakov es traducido al castellano y llevado a escena en nuestro país. Es el Teatro de la Abadía el recinto que, nuevamente, apuesta por el compromiso político y social, o como asevera su director, José Luis Gómez “por el compromiso con el oficio de hacer teatro en sí mismo”.
Esta intención se ha materializado en una puesta en escena original, sencilla y dividida en secuencias muy bien hilvanadas que podrían caminar independientemente, pero que van de la mano de un modo inteligente, muy teatral y significativo.
Todo comienza en un aeropuerto. Primera víctima del terrorismo. Los posibles pasajeros especulan sobre lo que pasará dentro del lugar del que han sido expulsados. Uno de ellos (Rafael Rojas) opta por volver a su casa donde, en teoría, lo espera su mujer. A partir de aquí, el germen del terror irá aniquilando de forma despiadada, todas las fichas de un hipotético dominó vital, que podría ser un dominó común y compartido.
El terror ha abierto sus brazos y ha extendido su aroma por todos los rincones de un mundo que cree que ese “imperio” es patrimonio de grandes organizaciones, de grandes potencias, de una fuerza exterior y sofisticada que elimina de toda sospecha, al minúsculo, indefenso y, casi, invisible, ser humano.
No hay que menospreciar esa palabra. No hay que limitar su significado y su extensión. El terror se cobija cada día en el nudo imperfecto de una corbata; en el armario que acoge las mentiras de una mujer cansada; en las fotografías de un policía aburrido que busca otros ojos en un objetivo ajeno y automático; en los juegos de un niño que echa de menos a su madre en las voces de una abuela resignada o en la decisión autoritaria de una mujer maltratada por un hombre, que puede serlo todo, menos un hombre. El terrorismo es la discriminación, el egoísmo, las pequeñas cosas que nos acercan al pozo negro de la insolidaridad y la ignorancia.
El terrorismo no sólo es patrimonio de unos determinados actos, de un determinado grupo, de una determinada cualificación armamentística o de una determinada nacionalidad o creencia. Una palabra puede ser un arma más letal que una bomba… No queramos salvarnos en el ejercicio de un egocentrismo ruin y miserable.
Con la ironía y el sarcasmo, Carlos Aladro, nos muestra un mosaico gráfico e inteligente de situaciones, sentimientos, hipocresías, falsos intereses y una conciencia que se espanta del acto de su dueño. Un dueño que pretende lo más deseado: Volver atrás, arreglarlo todo… En un intento inútil, si no es educado, si no es alejado de un estereotipo o de la práctica común del ser humano: Creer en una inocencia tan invisible como inexistente.
Terrorismo es un inteligente texto, que Aladro ha armado de un modo sutil, con un sentido del humor muy gráfico y con unos actores excelentes, capaces de hacernos reír con nuestra propia crueldad.
Las seis escenas que componen este montaje, caminan de la mano; hacen malabares sobre un hilo delicado y fino. El hilo de nuestra propia vida, cubierta de terrorismo, tan humano como destructor; tan olvidado, tan ignorado como nuestra propia inconsciencia…