La torna de la torna/Els Joglars
Farsa política
Obra: La torna de la torna
Autor: Albert Boadella
Intérpretes: Elies Barberà, Aina Calpe, Marta Fernández, Miquel Gelabert, Josué Guasch, Guillem Motos, Lluís Olivé, Pau Sastre, Javier Villena
Espacio escénico: Albert Boadella
Máscaras: Ana Rottier
Iluminación: Bernat Jansà
Dirección: Albert Boadella, Lluís Elias
Producción: Teatre Romea, Els Joglars, Institut del Teatre de Barcelona
Teatre Romea –Barcelona- 01-09-05
Hace veintiocho años “La torna” denunciaba la utilización de la pena de muerte sobre un polaco como una manera de encubrir el carácter político de la ejecución en 1974 de Puig Antic, el joven militante anarquista, uno de los últimos gestos criminales de Franco. Los que tuvimos la suerte de ver aquella obra (se presentó en Iruñea en Septiembre de 1977), recordamos como conforme pasaban los minutos, la estupefacción crecía. En escena guardias civiles descerebrados preparando falsas pruebas, jueces delirantes y un consejo de guerra en donde todos sus integrantes estaban borrachos y firmaban sentencias de muerte como si rellenasen quinielas. Era una farsa política.
Se retoma aquel montaje introduciendo un narrador que es un uno de los militares que firmaron aquella sentencia recluido en una residencia de ancianos, lo que le da un impulso mayor. Lo narrado, a la luz de las investigaciones posteriores, es una realidad que nos demuestra que se trató de un crimen de Estado. Que no fue solamente un asunto de unos cuantos números de la benemérita, ni unos oficiales propensos al vino peleón y la paella, sino que respondía a una situación de terror en el que se vivía, con unos cuerpos militares absolutamente fascistas.
Hoy la obra parte de la misma escenografía, incorpora otros valores narrativos y otra energía. Además, enfrente, el público, es otro. Hoy no existe aquella complicidad, por lo que todo se mira desde una mayor distancia, desde un punto de vista más analítico. Teatralmente sigue manifestándose en clave de farsa, pero es más política que nunca, y sobrecoge, especialmente al recordar que todavía hay tics en los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado que recuerdan a lo que se nos narra. Y una vez más, veremos cómo responde el cuerpo social, los públicos, ante un teatro deliberadamente político, sin ambages, reconocible. El equipo actoral funciona a la perfección. Siendo jóvenes recién licenciados se han dejado influir por el espíritu de Boadella, de Els Joglars, y responden con soltura y calidad al envite. El trabajo sigue sobrecogiendo, y da que pensar durante horas. Girará y se convertirá en imprescindible por lo que tiene de teatro comprometido.
Carlos GIL