Les demoiselles de Buenos Aires/Même les Anges
Tres gritos ahogados
Obra: Les demoiselles de Buenos Aires
Autor: Daniel Veronese
Intérpretes: Sandra Faure, Mireille Mossé, Laurence Vielle
Escenografía e iluminación: Yves Collet
Vestuario: Jacqueline Oler
Producción: Même les Anges
Dirección: Christian Germain
Casino Municipal Biarritz – 18-10-06 Les Translatines
Tres historias tétricas, duras, con pespuntes de un humor negro que hiere; tres historias de desolación, de desamor, de soledad, de reproche, dolorosas en su tránsito, en plasmación, en su desarrollo. Tres historias de mujeres para actrices, que en esta ocasión encuentran los cuerpos, la voz, el gesto, la calidad y la calidez adecuada en el reparto que se posiciona a la altura de lo demandado por unos textos de Veronese traducidos con vuelo por Françoise Thanas. Unos textos que quizás encuentran una lectura demasiado fría, pero que a la vez esa aparente o subjetiva frialdad es la que les confiere mayor incidencia, más dureza, mayor capacidad para penetrar en el ánimo de los espectadores con una constante percusión no solamente emotiva, sino racional. Y que al provocar en ocasiones la risa, o incluso la carcajada, ese acto defensivo se convierte en un estado de culpa, porque esas mujeres piden, por lo menos, la conmiseración de quienes las observan. Son tres gritos ahogados por las circunstancias, tres gritos de ayuda, de socorro que solamente encuentran la extremaunción.
Desde la historia de “Adela”, que se enreda en juego de apariencias, de verdades, mentiras, confusiones, con tono detectivesco, y en ocasiones con puntos clownescos en la interpretación, pasando por un impresionante relato “La nuit dévore ses enfants”, una concatenación de diez historias terribles que es contada por una actriz de pequeña estatura junto a muñecas y que proporciona las imágenes más paradójicas e impresionantes del trabajo, acabando con “Luisa”, otra historia de espera y de desamor en donde la madre atiende al novio. En todos los casos son varios los personajes que acuden a los monólogos, en narración o en primer apersona, para configurar un mundo que se va cerrando, aunque un vídeo se encargue de mostrarnos un espejo roto, como si este apoyo visual quisiera llevar al espectador por el camino de la fragmentación. Un gran trabajo de puesta en escena, que logra la unidad dentro de la diversidad.
Carlos GIL