Críticas de espectáculos

Plataforma, de Michel Houlebecq. Dirección Calixto Bieito

Calixto Bieito crea a partir de la novela PLATAFORMA, escrita por Michel Houllebecq en el 2001, un espectáculo con el mismo título, añadiendo membrete: POEMA DRAMÁTICO HIPERREALISTA PARA SIETE VOCES Y UN YAMAHA. Subtítulo que a la puesta en escena conlleva, o debiera, un redoble de creatividad, pero que tan sólo extiende el contenido. Creo que aquello que debería movernos para ver este espectáculo es tomar conciencia de una realidad que nos toca de frente, y aquello que lo genera. No se trata de una obra de denuncia sino de un actual cuadro hiperrealista. A quién oiga decir que es un escándalo se la haré ver cien veces. ¿Qué es lo que ocurre en Plataforma? Plataforma dibuja siete comportamientos humanos, deshumanizados quizás por la soledad, alrededor del sexo, generados por la vergüenza y el desprecio a una sociedad, la occidental, falta de valores y motores de propulsión. El retrato más perfecto de todos ellos será Michel (Juan Echanove). Con el padre muerto, asqueado del trabajo, afianzado sólo al placer del sexo para estar vivo, viajará a la meca del paraíso sexual, Bangkok, donde sentirse. Y allí ocurrirá lo que parecía no tener lugar: una historia de amor, bien llevada por Bieito. Y sobre una plataforma giratoria (muy buen trabajo de Alfons Flores): un salón de hotel donde celebrar el año nuevo, un largo piano de cola que hace a la vez de barra de bar, cabinas de un peep show con monitores de televisión con imágenes pornográficas que engañan al espectador que cree que aquello que está viendo tiene como leit-motiv el sexo, caen sobre nuestras conciencias temas como el capitalismo, el cristianismo, la amistad, la sexualidad como economía de mercado, la muerte de los valores de occidente, el racismo… Sobre la puesta en escena sorprende el abismo interpretativo de algún que otro actor: trabajando todos ellos el monólogo, unas cortas interpretaciones que parecieran más bien una justificación para estar ahí, debieran a mi modo de ver, condensar toda la tensión del cuadro general y la descomposición arrolladora del protagonista en no más de hora y media. En general, la puesta en escena tiende a una linealidad sin demasiadas complicaciones, que merece el aplauso interpretativo de Echanove y Marta Domingo. Pero creo que en el fondo se ha de romper con el molde narrativo, las directrices están dadas, y aunque el conjunto es correcto, algo me dice que se ha querido hacer un buen trabajo para el público. Y que nadie se me enfade, es tan sólo una opinión.


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